El Sueño de Jacob: Los sueños, la Biblia y el Psicoanálisis – Primera parte

 

 

 

LOS SUEÑOS EN LA BIBLIA

 

[El pasado sábado 13 de junio tuvimos la oportunidad de realizar un conversatorio virtual a través de la plataforma ZOOM con el título “El Sueño de Jacob: Los sueños, la Biblia y el psicoanálisis”, contamos con la compañía del lic. Diego Pezo, psicoterapeuta psicoanalítico y el rev. Gustavo Martínez S. Pastor luterano.

A continuación presentaremos una breve exposición de la intervención del rev. Martínez S. sobre los sueños en la Biblia; en el próximo artículo presentaremos la intervención del lic. Diego Pezo acerca de la visión del psicoanálisis particularmente sobre el sueño de Jacob.]

 

Durante milenios la experiencia onírica de los seres humanos estuvo envuelta en un velo de misterio. Somos capaces de pensar en lo soñado, de recordarlo y de expresarlo oralmente, literariamente y plásticamente, pero otra cosa ha sido el complejo proceso de interpretar los sueños.

Diego Pezo ha dicho hace poco, en una de nuestras conversaciones sobre el tema, que interpretar los sueños es algo muy íntimo: no se trata de consultar un manual y ver qué equivalencias simbólicas encontramos [soñar con dientes = seguridad laboral] lo cual parece más bien un artificio pseudo-esotérico. La persona que se sienta a la consulta del terapeuta es el quien tiene en realidad todas las claves para interpretar sus sueños, no el terapeuta, pues es el inconsciente del soñante quien le habla mediante el leguaje de los sueños.

En este conversatorio haremos un repaso breve de los sueños presentados en la Biblia y de lo que podemos interpretar exegéticamente. En segundo lugar, Diego Pezo responderá desde el psicoanálisis a la pregunta ¿Por qué soñamos las cosas que soñamos? Y dará pistas para una visión del sueño de Jacob.

 

En la antigüedad las revelaciones por sueños parecían ser bastante comunes. El texto de Números 12:6 muestra una clara diferencia entre el mensaje de Dios dado en sueños y el mensaje ofrecido mediante teofanías. Ambas formas de revelarse, sueños y teofanías, parecen ir de la mano en el texto bíblico hasta un punto en que los sueños comienzan a perder crédito (Jeremías 23:32) para dar credibilidad solo a las teofanías de los profetas legítimos de Israel.

Muchas veces los sueños contienen advertencias sobre el presente: advierten al soñante que está haciendo algo ilícito, como el caso de Abimelec (Génesis 20:3) o el caso de Labán (Génesis 31:24), también contienen advertencias sobre el futuro, como el caso del copero, el panadero y el mismo faraón (Génesis 40: 8-19; 41:36); en estos casos, a diferencia de los sueños del presente en los que el soñante es consciente del significado, en los sueños relacionados al futuro es necesaria la intervención de un siervo de Dios capaz de desentrañar su significado simbólico: por ejemplo, José o Daniel.

Usualmente los sueños relacionados a personas se presentan bajo el símil de elementos naturales (ver: Génesis 37: 9-11). Sin embargo, el Antiguo Testamento advierte acerca de lo falaz que pueden ser los sueños (ver: Deuteronomio 13: 1-4) Ya en el Nuevo Testamento, más que una prohibición a los sueños se pide a los creyentes tener suficiente capacidad de discernimiento o sentido crítico (1 Juan 4: 1-6)

Veamos ahora algunos pasajes relacionados con los sueños en la Biblia y una pequeña clave de interpretación:

 

 

Sueño de Abraham (el miedo): Formalmente el Génesis no dice que lo que ocurrió a Abraham haya sido un sueño, más bien parece presentarlo como una visión, sin embargo a veces es débil la línea entre una visión y un sueño; en el caso de Abraham todo sucede al ocultarse el sol mientras “un profundo sueño se apoderaba de él.”

Y dijo Dios a Abraham: Yo soy el Señor, que te saqué de Ur de los Caldeos, para darte a heredar esta tierra. 

 Y Abram respondió: Señor ¿en qué conoceré que la heredaré? 

Y le dijo Dios: Apártame una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino. 

Y tomó él todas estas cosas, y partiólas por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de otra; mas no partió las aves. Y descendían los buitres sobre los cuerpos muertos, pero Abram los espantaba.

A la caída del sol sobrecogió un profundo sueño a Abram, y he aquí que el temor de una gran obscuridad cayó sobre él. 

Entonces Dios habló a Abram: Ten por cierto que tus descendientes serán inmigrantes en tierra extranjera, y servirás a los de allí, y serán por ellos afligidos cuatrocientos años. Mas yo juzgaré a quienes los esclavicen; y después de esto saldrán con gran riqueza. Y tú, al morir, te reunirás con tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez. 

Cuando se ocultó el sol, y hubo tinieblas, Abram vio una antorcha de fuego que pasó por entre los animales divididos. 

En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram diciendo: A tus hios daré esta tierra desde el río de Egipto hasta el río Éufrates. (Génesis 15: 7-18)

En este texto es la primera vez que un personaje bíblico tiene una experiencia de visión nocturna. En el caso de Abraham la visión está envuelta en un halo de tinieblas y miedo. Parece que el Dios que aparece acá durante la noche es muy distinto al Dios amable que luego se hospeda en casa de Abraham, de hecho se parece mucho al Dios violento que ataca a Jacob también durante la noche en otro contexto de oscuridad y temor. Para los antiguos arameos la noche en el desierto palestino estaba poblada de demonios y seres nocturnos que les causaban miedo.

 

 

Sueño de Abimelec (la conciencia): En el caso de Abimelec podríamos hablar del sueño de la conciencia. Los pueblos semitas a los que pertenecen Abraham, Abimelec y Sara tenían códigos muy estrictos acerca del matrimonio castigando tanto el incesto como el adulterio. En el caso del adulterio había toda una corriente de que los dioses podían castigarlo causando enfermedades o estragos.

Abraham partió a la tierra del Neguev, y acampó entre Cades y Shur, y habitó como forastero en Gerar. En aquel lugar Abraham decía de Sara su mujer: Es mi hermana. Y Abimelec rey de Gerar [se fijó en ella] envió y tomó a Sara [por esposa]. Pero Dios vino a Abimelec en sueños de noche, y le dijo: He aquí, muerto eres, a causa de la mujer que has tomado, la cual está casada.

Mas Abimelec no había tenido relaciones con ella, y dijo: Señor, ¿matarás también al inocente? ¿No me dijo él que era su hermana; y ella también dijo: Es mi hermano? Con sencillez de mi corazón y con limpieza de mis manos he hecho esto.

Y le dijo Dios en sueños: Yo también sé que con integridad de tu corazón has hecho esto; y yo también te detuve de pecar contra mí, y así no te permití que la tocases. Ahora, pues, devuelve la mujer a su marido; porque es profeta, y orará por ti, y vivirás. Y si no la devolvieres, sabe que de cierto morirás tú, y todos los tuyos.

Entonces Abimelec se levantó de mañana y llamó a todos sus siervos, y dijo todas estas palabras en los oídos de ellos; y temieron los hombres en gran manera. (Génesis 20:1-8)

No es la primera vez que en Génesis Dios intenta castigar a un rey adúltero; tampoco es la primera vez que Abraham hace pasar a Sara su esposa como si fuera su hermana por temor a que se la roben. Unos capítulos antes, cuando va a Egipto presenta a Sara como su hermana, el faraón se enamora de ella y ofrece a Abraham riquezas a cambio de su esposa, en este caso Dios desata epidemias (Génesis 12: 10-20). El sueño de Abimelec puede entenderse como una advertencia de la conciencia, muchas veces los cargos de conciencia se presentan como pesadillas o malos sueños, incluso como insomnio, ¿Este pasaje está hablando del cargo de conciencia de Abimelec por tomar una mujer sin saber realmente si era casada o soltera? Un midrash[1] antiguo explica el texto indicando que Dios rechazó las excusas de Abimelec diciendo: “Cuando entran extranjeros en una ciudad lo correcto es ofrecerles comida, no preguntar por sus mujeres; como tú te interesaste por la mujer de Abram él temió que tus hombres lo mataran a causa de su esposa, ¡por lo tanto es culpa tuya!

 

 

Sueño de Jacob (lo sagrado): Luego de robar los bendición paterna a su hermano Esaú, Jacob huye de su hermano que ha prometido vengarse (Génesis 27:41) hacia Padam-aram. Según el relato Jacob llegó a un lugar y como le sorprendió la noche en descampado tomó una piedra para recostar la cabeza y dormir al cielo raso, es entonces cuando tuvo el famoso sueño de la escalera que sube al cielo y por donde subían y bajaban ángeles, tan conocido en la historia del arte.

 Jacob partió de Berseba y se encaminó hacia Jarán. Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche, porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada, y se acostó a dormir en ese lugar. Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra, y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. 

En el sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. Tu descendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur, y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de ti y de tu descendencia. Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido».

Al despertar Jacob de su sueño, pensó: «En realidad, el Señor está en este lugar, y yo no me había dado cuenta». Y con mucho temor, añadió: «¡Qué asombroso es este lugar! Es nada menos que la casa de Dios; ¡es la puerta del cielo!»

A la mañana siguiente Jacob se levantó temprano, tomó la piedra que había usado como almohada, la erigió como una estela y derramó aceite sobre ella. En aquel lugar había una ciudad que se llamaba Luz, pero Jacob le cambió el nombre y le puso Betel. (Génesis 28: 10-19)

 

Jacob es un personaje interesante. Nieto de Abraham e hijo de Isaac, era el hermano gemelo de Esaú a quien cambió los derechos de primogénito por un plato de lentejas, y luego haciéndose pasar por su hermano robó la bendición que Isaac le tenía destinada a Esaú. Cuando su hermano jura vengarse Jacob huye hacia Padam-aram. La región que él llamó Betel (casa de Dios) se encuentra a dieciséis kilómetros al norte de Jerusalén, los musulmanes la llaman Betin. Asombrosamente, los arqueólogos han constatado que la región de Betel era una zona ya habitada en el siglo XXI a.C y continuó estando habitada hasta el siglo I d.C. Ya en la antigüedad más remota era considerada un lugar sagrado. En la Biblia se menciona que Abraham ofreció allí un sacrificio de camino a Egipto y otro sacrificio al regreso, en el libro de Jueces se dice que allí estuvo la Tienda del Encuentro en la que se guardaba el Arca de la Alianza; su importancia como lugar sagrado disminuyó con la construcción del Templo de Salomón en Jerusalén.

Historias muy antiguas y paralelas a la Biblia cuentan que la escalera de Jacob se inspiró en un pilar sagrado (en hebreo, massebá) que solía ser ungido con aceite. Era común en la época elevar columnas o pilares de forma cónica llamados en griego baetylos en los cuales se creía que habitaba una deidad, se rendía culto a ese dios derramando sobre el baetylos aceite, vino o sangre. Una muestra de la importancia de estas piedras sagradas está en la creencia de que habían caído del cielo (quizá fruto de algún meteorito) tal como la piedra del trueno consagrada al dios Término en Roma o el Paladio de Troya. Los griegos identificaron a Baetylus como un dios hijo de Urano (el cielo) y Gaya (la tierra). Probablemente baetylus haya sido un préstamo lingüístico tomado del fenicio/hebreo beth-El que signficaba “la Casa del dios El[2].

Después del 628 a.C, durante las reformas de Josías se destruyeron todos los centros de culto alrededor de Jerusalén, entonces la historia de la piedra sobre la que Jacob reposó se trasladó al monte Moria donde estuvo el Templo de Jerusalén. Un midrash explica que fue la misma roca sobre la que Abraham estuvo a punto de sacrificar a Isaac. Dios extendió la pierna y pisó la roca hundiéndola hasta lo profundo de la tierra para convertirla en la piedra angular sobre la que se edificó el Templo, pero también convirtiéndola en el ombligo del mundo. Hasta el día de hoy musulmanes consideran esta roca como un lugar sagrado, sobre ella se levanta la actual Cúpula de la roca. Siguen siendo un lugar sagrado para judíos y musulmanes, aunque no tanto para cristianos.

Un segundo episodio nocturno relacionado con Jacob ocurre en Génesis 32: 22-32 cuando a mitad de la noche Jacob fue asaltado por un ángel con quien estuvo luchando hasta que el sol comenzó a salir, entonces el ángel rogó a Jacob que le permitiera marcharse antes de que el sol saliera, Jacob lo liberó solo cuando el ángel prometió bendecirlo. Este episodio bastante inusual nos recuerda los misteriosos seres divinos que actúan durante la noche (¿quizá en el sueño?) y por quienes los hebreos sentían cierto temor reverente.

 

 

El sueño de Nabuco (La soberbia):  El libro de Daniel es una de los textos del género apocalíptico propio del judaísmo del siglo I a.C. Usualmente Daniel es incluido en la Biblia en la sección de los profetas justo después de los tres profetas mayores (Isaías, Jeremías y Ezequiel) y antes de los doce profetas menores (Oseas, Joel, Amós…) En el capítulo segundo se narra cómo el rey de Babilonia, Nabucodonosor, tiene un sueño premonitorio del que los sabios y astrólogos caldeos son incapaces de descifrar y solo puede interpretar el joven hebreo Daniel.

El texto de Daniel cap.2 es extenso así que lo resumiremos de la siguiente forma:

En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, tuvo el rey un sueño, y se inquietó mucho, y tuvo insomnio.  Hizo llamar el rey a magos, astrólogos, encantadores y caldeos, para que le explicasen su sueño. Vinieron, pues, y se presentaron delante del rey. Y el rey les dijo: He tenido un sueño, y mi espíritu se ha turbado por saber el sueño.

Entonces hablaron los caldeos al rey en lengua aramea: Rey, para siempre vive; di el sueño a tus siervos, y te mostraremos la interpretación. Respondió el rey y dijo a los caldeos: El asunto lo olvidé; si no adivináis el sueño y su interpretación, seréis hechos pedazos, y vuestras casas serán convertidas en muladares. Y si adivináis el sueño y su interpretación, recibiréis de mí dones y favores y gran honra. Decidme, pues, el sueño y su interpretación.

[…] Pero los astrólogos dijeron: el asunto que el rey demanda es difícil, y no hay quien lo pueda declarar al rey, salvo los dioses cuya morada no es con la carne.

Por esto el rey con ira y con gran enojo mandó que matasen a todos los sabios de Babilonia. Y se publicó el edicto de que los sabios fueran llevados a la muerte; y buscaron a Daniel (el sabio hebreo) y a sus compañeros para matarlos.Y Daniel entró y pidió al rey que le diese tiempo, y que él mostraría la interpretación al rey. […] Entonces el secreto fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo.

[…] Después de esto fue Daniel a ver a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación […] Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey, y le dijo así: He hallado un varón de los deportados de Judá, el cual dará al rey la interpretación. Respondió el rey y dijo a Daniel: ¿Podrás tú adivinar el sueño que vi, y su interpretación? Daniel respondió: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey. Pero hay un Dios en los cielos, el cual revela los misterios, y él ha hecho saber al rey Nabucodonosor lo que ha de acontecer en los postreros días. He aquí tu sueño, y las visiones que has tenido en tu cama: […]

Tú, oh rey, veías una gran estatua. Esta estatua, que era muy grande, y cuya gloria era muy sublime, estaba en pie delante de ti, y su aspecto era terrible. La cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido.

Estabas mirando, y viste que una piedra arrojada por alguien hirió a la estatua en sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como pasto seco del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra. Este es el sueño; ahora también la interpretación de él la diré en tu presencia.

[…] Después de ti se levantará otro reino inferior al tuyo; y luego un tercer reino de bronce, el cual dominará sobre toda la tierra. Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo. Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido.

Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro.

Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será conquistado por otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste que fue arrojada una piedra que desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación. […]

 Entonces el rey Nabucodonosor (reconociendo que había adivinado correctamente el sueño) se postró sobre su rostro y se humilló ante Daniel, y mandó que le ofreciesen presentes e incienso. El rey habló a Daniel, y dijo: Ciertamente el Dios vuestro es Dios de dioses, y Señor de los reyes, y el que revela los misterios, pues pudiste revelar este misterio. Entonces el rey engrandeció a Daniel, y le dio muchos honores y grandes dones, y le hizo gobernador de toda la provincia de Babilonia, y jefe supremo de todos los sabios de Babilonia. (Daniel 2: 1-28)

El sueño de Nabuco representa una premonición de lo que está por ocurrir. Los materiales con los que está construida la estatua recuerdan a la forma en que en la antigüedad se clasificaban las diferentes épocas de la historia: edad de oro, edad de plata, edad de hierro, etc.

El material más valioso es el oro, aplicado como símbolo del imperio babilónico; la plata, menos valiosa que el oro, representa al imperio medo; el hierro representa al imperio persa (haciendo alusión a la guerra); el hierro mezclado con barro hacen referencia a los asirios y los egipcios, dos polos entre los que se concentró en imperio helénico de Alejandro Magno.

La gran estatua es derribada en el sueño por una piedra, con ello el autor del libro de Daniel da a entender que el Reino de Dios puede parecer insignificante juzgado desde la óptica del poder y la riqueza humanas, sin embargo lo más sencillo del Reino de Dios es capaz de derribar las grandes potencias. La montaña que se alza al final del sueño representa cómo el Reino de Dios se alza sobre cualquier poderío humano sin necesidad de imponerse mediante la violencia o la prepotencia como los imperios babilonio, medo, persa, griego o romano.

El sueño del rey Nabuco puede delatar la preocupación inconsciente por la supervivencia de su reino en una época en la que otros imperios rivales surgían amenazadoramente.

Un relato antiguo narra que el rey Nabucodonosor cayó presa de un acceso de locura; durante meses habitó en zonas despobladas andando a cuatro patas como los animales, delirando e imitando gruñidos salvajes. Finalmente en un atisbo de razón reconoció al Dios de Daniel como el único poderoso en el mundo con lo cual recuperó el juicio y pudo volver a su palacio. Esta extraña anécdota no tiene sustento en los datos históricos (crónicas) de la época de Nabucodonosor ni se menciona en sus documentos oficiales. Posiblemente se haya tratado de un episodio de zoantropía.

Un siglo antes de la existencia de Nabucodonosor el poeta griego Hesíodo había clasificado las edades de la historia humana en una edad de oro, una de plata, una de bronce y una de hierro.

Aunque el libro de Daniel se escribió después del 167 a.C durante la persecución de Antíoco IV contra los judíos, el autor sitúa a su personaje varios siglos atrás en la época de otra persecución contra los judíos, la de Nabucodonosor. Este recurso de dar consuelo frente a una crisis del presente apelando a un hecho del pasado y trayéndolo al hoy es común en algunos textos bíblicos. La novedad es que para ofrecer guía y dirección a los judíos perseguidos, y una esperanza de que todos los imperios poderosos caen, el autor de Daniel da forma al género apocalíptico cuya expresión más elaborada es el libro del Apocalipsis en el Nuevo Testamento.

 

 

El sueño del faraón (La advertencia del futuro): El famoso sueño del faraón es otro episodio que ha quedado en la imaginación occidental durante siglos, de él viene la expresión popular acerca de las “vacas flacas” para hacer referencia un tiempo de carestía o crisis económica. Tal y como en el relato de Daniel, el joven hebreo José logra interpretar correctamente el sueño del rey no en virtud a su propia sabiduría sino con la ayuda de Dios. En primer lugar el autor del Génesis nos presenta a José encarcelado donde logra interpretar acertadamente el sueño del panadero real y del copero real, es entonces cuando su fama logra que el copero lo recomiendo ante el faraón para descifrar su enigmático sueño.

 

[…] Pasaron dos años y el faraón tuvo un sueño: Estaba en pie junto al Nilo cuando vio salir del Nilo siete vacas hermosas y gordas que se pusieron a pastar entre los juncos. Detrás de ellas salieron del Nilo otras siete vacas flacas y mal alimentadas, y se pusieron, junto a las otras, a la orilla del Nilo, y las vacas flacas y mal alimentadas se comieron las siete vacas hermosas y gordas. El faraón despertó.
Volvió a dormirse y tuvo un segundo sueño: Siete espigas brotaban de un tallo, hermosas y granadas, y siete espigas secas y quemadas por el viento del este brotaban detrás de ellas. Las siete espigas secas devoraban a las siete espigas granadas y llenas. El faraón despertó; había sido un sueño.
A la mañana siguiente, agitado, mandó llamar a todos los magos de Egipto y a sus sabios, y les contó el sueño, pero ninguno sabía interpretárselo al faraón.
Entonces el copero mayor dijo al faraón: Tengo que confesar hoy mi pecado. Cuando el faraón se irritó contra sus siervos y nos metió en la cárcel en casa del mayordomo, a mí y al panadero mayor, él y yo tuvimos un sueño la misma noche; cada sueño con su propio sentido. Había allí con nosotros un joven hebreo, siervo del mayordomo; le contamos el sueño y él lo interpretó, a cada uno dio su interpretación. Y tal como él lo interpretó así sucedió: a mí me restablecieron en mi cargo, a él lo colgaron.
El faraón mandó llamar a José. Lo sacaron aprisa del calabozo; se afeitó, se cambió el traje y se presentó al faraón. El faraón dijo a José: He tenido un sueño y nadie sabe interpretarlo. He oído decir de ti que oyes un sueño y lo interpretas.
Respondió José al faraón: Sin mérito mío, Dios dará al faraón respuesta conveniente.
El faraón narró sus sueños a José […]
  […] José dijo al faraón: Se trata de un único sueño: Dios anuncia al faraón lo que va a hacer. Las siete vacas gordas son siete años de abundancia y las siete espigas hermosas son siete años de prosperidad: es el mismo sueño. Las siete vacas flacas y desnutridas, que salían detrás de las primeras y las siete espigas vacías y quemadas son siete años de hambre. Es lo que he dicho al faraón: Dios ha mostrado al faraón lo que va a hacer. Van a venir siete años de gran abundancia en todo el país de Egipto; detrás vendrán siete años de hambre que harán olvidar la abundancia en Egipto, porque el hambre acabará con el país. No habrá rastro de abundancia en el país a causa del hambre que seguirá, porque será terrible. El haber soñado el faraón dos veces indica que Dios confirma su palabra y que se apresura a cumplirla. Por tanto, que el faraón busque un hombre sabio y prudente y lo ponga al frente de Egipto; establezca inspectores que dividan el país en regiones y administren durante los siete años de abundancia. Que reúnan toda clase de alimentos durante los siete años buenos que van a venir, metan grano en los graneros por orden del faraón y los guarden en las ciudades. Los alimentos se depositarán para los siete años de hambre que vendrán después en Egipto, y así no perecerá de hambre el país.
El faraón y sus ministros aprobaron la propuesta, y el faraón dijo a sus ministros: ¿Podemos encontrar un hombre como éste, dotado de un espíritu sobrehumano?
Y el faraón dijo a José: Ya que Dios te ha enseñado todo eso, nadie será tan sabio y prudente como tú. Tú estarás al frente de mi casa y todo el pueblo obedecerá tus órdenes; sólo en el trono te precederé. (Génesis 41: 1-40)

En este caso Dios premia la rectitud moral de José concediéndole la capacidad de interpretar correctamente los sueños. Su capacidad supera incluso a la de los magos y sabios de la corte del faraón porque no se basa en sus propios conocimientos sino que es un don divino.

La capacidad de interpretar correctamente los sueños es un talento muy apreciado en el medio oriente donde los sueños tienen significados importantes para la vida y supervivencia del clan, la familia o la tribu. A menudo los ancianos transmiten a los jóvenes los conocimientos ancestrales sobre la interpretación de los sueños. La versión griega del libro de Daniel afirma que aunque era un jovencito tenía más sabiduría que un anciano porque Dios hablaba por él (Daniel 13: 45-50, deuterocanónico).

A diferencia de lo que se puede deducir del texto, la consecuencia de la interpretación correcta del sueño por parte de José no es la adecuada administración durante los años de abundancia y sequía, en realidad la consecuencia a la que apunta el redactor del Génesis es al hecho de que gracias al rango que el faraón otorgó a José este pudo hacer venir a sus padres y hermanos a Egipto en la época de crisis y sostenerlo en medio de la hambruna que golpeaba la región. Más adelante esto da pie a los años en que Israel habitó en Egipto. Si José no hubiera llevado a sus padres y hermanos a Egipto no habría habido, cuatrocientos años después, un pueblo a quien Moisés sacara a través del Mar Rojo.

 

 

El sueño de José (la Buena Noticia): En el Nuevo Testamento son menos comunes los casos de personas a quienes Dios habla a través de los sueños. Quizá el más resaltante es el sueño de José, el padre adoptivo de Jesús.

El nacimiento de Jesús, Mesías, sucedió así: su madre, María, estaba comprometida con José, y antes del matrimonio, resultó que estaba embarazada, por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, pensó abandonarla en secreto. Ya lo tenía decidido, cuando un ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: —José, hijo de David, no temas recibir a María como esposa tuya, pues la criatura que espera es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del profeta: Mira, la virgen está embarazada, dará a luz a un hijo que se llamará Emanuel —que significa: Dios con nosotros—. Cuando José se despertó del sueño, hizo lo que el ángel del Señor le había ordenado y recibió a María como esposa. No tuvo relaciones con ella hasta que dio a luz un hijo, al cual llamó Jesús. (Mateo 1: 18-25)

 

¿Cómo reaccionó José ante el inesperado embarazo de María? Es difícil saberlo. Confusión, preocupación, duda, incertidumbre. Mateo subraya que José era un hombre justo, lo cual en un contexto judeo-cristiano va más allá de simplemente hacer lo que se consideraría acorde a la justicia, en efecto lo más justo en su época habría sido denunciar a María por adulterio y delatarla lo cual implicaba condenarla a morir apedreada; en Levítico 20:10 se estipulaba que la pareja de adúlteros, hombre y mujer, debían ser condenados a muerte. Sin embargo, José actúa con el sentido de justicia propio del mensaje cristiano: decidió no denunciarla públicamente sino separarse de ella de manera discreta.

La actitud de José no solo se relaciona con el amor que pudo profesar a su mujer María, sino que según algunos autores se basa en la perplejidad y el temor reverencial que le inspiraba un misterio que no podía comprender. Intuía que María decía la verdad pero admitía la incapacidad racional de explicar los hechos.

El intento de abandonar a María en secreto adquiere sentido cuando recordamos que en el Antiguo Testamento es común que los personajes intenten huir de Dios y abandonar la misión al no comprender lo que se pide de ellos o al sentir temor ante la propia vocación. En ese sentido la voz del ángel puede ser la voz consoladora de la conciencia, ese “todo va a estar bien” que escuchamos ocasionalmente cuando determinadas situaciones nos parecen irresolubles.

La aceptación de José a la buena noticia del ángel lo hace cómplice del plan de salvación de Dios como hombre que cuida y provee de un hogar al Mesías.

Mateo además indica que los magos de oriente también fueron advertidos en sueños sobre los planes sanguinarios de Herodes; este corto versículo dio origen a una interesante representación en el arte medieval de los tres reyes juntos en la cama.

 

 

Otros relatos de sueños: Además de los relatos mencionados la Biblia ofrece otros relatos en los que diversos personajes Dios les habla en sueños sea para advertirles sobre algo por ocurrir o para instruirlos. En el libro de Job 33: 14-17 Eliú le dice a su amigo Job:

Sin embargo, en una o en dos maneras habla Dios, mas el hombre no entiende.  Por sueño de visión nocturna, Cuando el sueño cae sobre los hombres, cuando se adormecen sobre el lecho; entonces revela al oído de los hombres, y les señala su consejo; para quitar al hombre de su obra, y apartar del varón la soberbia.

 

En Génesis 39: 5-11 José sueña dos veces y narra ambos sueños a su padre y hermanos, la conclusión de ambos sueños indica que José es superior moralmente a sus hermanos, este hecho hace que lo llamen maliciosamente “el soñador” y desencadenará la trama en la que José es vendido por sus hermanos y llevado como esclavo a Egipto donde ocurre el episodio del sueño del faraón.

En el evangelio de Mateo (27:19) la mujer de Pilato le advierte que no condene a Jesús, el justo, diciendo que “anoche he sufrido mucho en sueños a causa de él”.

En su segunda epístola a los Corintios (12: 2-4) san Pablo dice conocer el testimonio de un hombre que “si fue dentro o fuera de su cuerpo, no lo sé” fue arrebatado hasta el cielo donde oyó “palabras inefables.” Este tipo de experiencias místico-oníricas eran comunes en ciertos ámbitos religiosos del siglo I d.C relacionados no solo con la mística judía (cábala) sino además con primigenias de gnosis.

Sin embargo, aunque en algunos textos bíblicos los sueños son presentados explícitamente como mensajes de Dios:

Dijo Dios: Escuchad mis palabras, si hay entre vosotros un profeta, en visión me revelo a él, y hablo con él en sueños.” (Números 12:6)

 

En otro contexto algunos textos bíblicos censuran el recurso a los sueños como medio de adivinación, el libro del Eclesiástico (también llamado Ben-Sirá o Sirácides) que data del 196 a.C se refiere a la interpretación de los sueños de manera poco alentadora:

La esperanza del necio es vana y engañosa, los sueños dan alas a los insensatos,
caza sombras o persigue vientos el que se fía de sueños;
las visiones del sueño son como una imagen como un rostro reflejado en el espejo.
¿Qué podrá limpiar la suciedad?, ¿qué podrá comprobar la mentira?,
magia, adivinación y sueños son falsedad: puras fantasías como las de la parturienta.
Si no vienen como aviso del Altísimo, no les hagas caso.
Cuántos se extraviaron con sueños y fiándose de ellos fracasaron.” (Eclesiástico 34: 1-7)

Por su parte Qohelet expresa: “Cuantos más sueños, más vanidades y palabrerías” (Qohelet 5:6)

El gran peligro de la interpretación libre de los sueños era que fácilmente podía conducir a los creyentes a seguir a falsos profetas y charlatanes que los condujeran a la idolatría:

“Si entre los tuyos aparece un profeta o vidente de sueños y, anunciando un signo o prodigio, te propone: Vamos a seguir a dioses extranjeros y a darles culto; aunque se cumpla el signo o prodigio, no hagas caso a ese profeta o vidente de sueños. Porque se trata de una prueba del Señor, su Dios, para ver si aman al Señor, su Dios, con todo el corazón y toda el alma. Al Señor, su Dios, seguirán, lo respetarán, cumplirán sus preceptos, le obedecerán, le darán culto y se unirán a él. Y ese profeta o vidente de sueños será ejecutado: por haber predicado la rebelión contra el Señor, su Dios, que los sacó de Egipto y los redimió de la esclavitud, y por haber intentado apartarte del camino que te mandó seguir el Señor, tu Dios. Así extirparás de ti la maldad.” (Deuteronomio 13: 2-6)

En el caso de los profetas, sueles denunciar a los falsos profetas que embaucaban al pueblo narrando sueños ficticios para lucrar:

“Estoy contra los profetas —oráculo del Señor— que cuentan sus sueños falsos y extravían a mi pueblo con sus engaños y extravagancias. No los mandé, no los envié, son inútiles para este pueblo.” (Jeremías 23:32)

“En cambio, los ídolos dan respuestas vacías, los adivinos solo ven falsedades, cuentan sueños fantásticos, consuelan sin provecho. Por eso el pueblo vaga perdido como ovejas sin pastor.” (Zacarías 10:2)

 

Hay que entender que hubo toda una disputa sobre la legitimidad de los profetas. Un grupo de profetas ilegítimos solía profetizar según los gustos de la audiencia vaticinando prosperidad y seguridades falsas, el recurso más fácil para convencer a la audiencia era recurrir a la interpretación de supuestos sueños aunque nunca estos vaticinios se cumplían. En el otro extremo estaban los profetas legítimos que no profetizaban ninguna seguridad sino que anunciaban el próximo castigo de Dios sobre el pueblo que se obstinaba en no escuchar su voz, estas profecías sí solían cumplirse puntualmente generando aún más rechazo hacia los profetas legítimos y mayor estima por los profetas falsos:

“He oído lo que dicen los profetas que profetizan mentira en mi nombre, diciendo: ¡He tenido un sueño, he tenido un sueño! ¿Hasta cuándo? ¿Qué hay en los corazones de los profetas que profetizan la mentira, de los profetas que proclaman el engaño de su corazón, que tratan de que mi pueblo se olvide de mi nombre con los sueños que se cuentan unos a otros, tal como sus padres olvidaron mi nombre a causa de Baal?” (Jeremías 23: 25-27)

 

El meollo del asunto está en la legitimidad de la interpretación de los sueños. Posteriormente el cristianismo fue distanciándose cada vez más del recurso a interpretar los sueños como un medio de conocer la voluntad de Dios al reconocer la frágil línea entre la adivinación y la interpretación. Con la llegada de la Ilustración y la época de la razón (siglo XVIII) el protestantismo histórico se alejó mucho más de toda interpretación de los sueños a la que simplemente calificó dentro de los métodos de adivinación prohibidos en Levítico: No acudan a los espíritus de los muertos ni consulten adivinos. Quedarán impuros. Yo soy el Señor, su Dios.” (Levítico 19:31). También: “Que no haya entre vosotros quien inmole en el fuego a su hijo o a su hija, ni quien practique la adivinación, el sortilegio, la brujería o la hechicería; que nadie haga conjuros, consulte a espíritus y espectros, o evoque a los muertos.  El Señor detesta a quienes practican estas artes. Precisamente por estas costumbres abominables, el Señor tu Dios expulsa de tu presencia a esas naciones.” (Deuteronomio 18: 10-12).

En la actualidad, salvo algunas ramas del cristianismo pentecostal o carismático (protestante y católico romano), en general la interpretación de los sueños es rechazada. La premisa clásica luterana “Sola Scriptura” (Solo la Escritura) ha señalado desde entonces que la única fuente de interpretación objetiva en materia religiosa/espiritual es la Biblia, basado es la frase del apóstol Pablo: “No vayas más allá de las cosas que están escritas” (1 Corintios 4:6) y también: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra”. (2 Timoteo 3: 16-17)

Al terminarse la revelación de Dios con el último libro de la Biblia Él ya no necesita manifestarse a través de sueños o visiones particulares, todo cuanto necesitaba mostrarnos sobre sí mismo, sobre sus planes y nuestro papel en el mundo ya quedó por escrito. Desde esta óptica el protestantismo rechazó las “revelaciones privadas” que aún son comunes en el catolicismo romano donde se da por supuesto que Dios de alguna forma completa o aclara lo que reveló en la Biblia a ciertas personas santas mediante visiones o sueños especiales. En las últimas décadas del siglo XX el recurso a las revelaciones privadas conllevó a un auge del “aparicionismo”: cada vez se hablaba de más apariciones de la Virgen María o de Cristo anunciando el futuro o pidiendo que se levantasen iglesias o santuarios; mucho de este fenómeno en los países católicos encubría el turbio lucro con estos lugares de peregrinación.

 

¿Significa esto que el cristianismo, al menos en su rama protestante, debe rechazar la interpretación de los sueños hecha por algunas disciplinas como el psicoanálisis? No necesariamente. Hay que saber distinguir entre la interpretación de los sueños como fuente de revelación o como medio de adivinación, y la interpretación de los sueños como parte de un proceso terapéutico. El mecanismo de los sueños funciona en estrecho engranaje con nuestra conciencia y con lo que llevamos al inconsciente, adentrarse en el mundo de lo que soñamos puede arrojar pistas valiosas durante la terapia sobre lo que el paciente ha estado reprimiendo durante cierto tiempo. Pero esto no tiene nada que ver con el aspecto religioso sino más bien con lo psicológico. Difícilmente un terapeuta serio aprovecharía el conocimiento de los sueños de sus pacientes para vaticinar su futuro; lo más sensato es que analizando dichos sueños logre comprender mejor lo que pudo haber ocurrido en el pasado y cómo esto afecta su presente.

 

NOTAS:

[1] Un midrash (del hebreo. Darash: investigar) es una forma de interpretación bíblica que busca explicar textos difíciles a partir de los comentarios de antiguos eruditos en la Torah (Primeros cinco libros de la Biblia). Cuando el midrash toma la forma de un relato se le llama Hagadá. Básicamente un hagadá es un relato corto que complementa alguna laguna o sección difícil del texto bíblico. Los hagadot no forman parte de la Biblia y no tienen base histórica alguna, solo intentan crear un relato “alterno” que explique el texto bíblico en cuestión. Este estilo de interpretación bíblica sigue siendo usado hoy en el judaísmo. Algunos textos del Nuevo Testamento toman la forma de midrash, p.ej la historia de los reyes magos.

[2] El dios “El” fue una deidad asociada a lo masculino y la guerra, propia de los pueblos semíticos. Su animal tótem fue el toro. Se le rindió culto en todo el Levante y la Media luna fértil. Los hebreos asociaron su nombre con nuestra actual palabra “Dios”. Muchas palabras hebreas (transcritas al castellano) tienen la palabra “El” (Dios) como sufijo, p.ej: Manuel (Dios con nosotros), Rafael (Dios sana), Miguel (Quién como Dios), y así nombres donde “El” es usado como sufijo o prefijo: Elías, Eleazar, Exequiel, Joel, etc.

Es un misterio por qué en determinado momento de la antigüedad el culto al dios “El” sustituyó los cultos a la diosa de la fertilidad “Astarté” progresivamente hasta casi desaparecerlo. Este cambio está estrechamente relacionado con el surgimiento del monoteísmo en el medio oriente.

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