La Confesión de Augsburgo

 

La Confesión de Augsburgo es – junto al Catecismo Menor de Lutero – uno de los textos más leídos y referidos en las iglesias luteranas a través del mundo. A pesar de su contenido teológicamente conciso, la Confessio no tenía la intención de ser un syllabus de doctrinas teológicas cerradas, ni tampoco pretendía ser la suma teológica de una nueva iglesia recién inventada por Lutero y Melanchton, todo lo contrario, la Confessio Augustana (como se intituló en latín) apelaba a las opiniones teológicas de sus firmantes quienes mantenían la convicción de formar parte de la Iglesia Católica, visible e histórica, y de suscribir la doctrina universal de la Iglesia, contenida sobre todo en el Credo de los Apóstoles y en el Credo de Nicea. A pesar de ello, Melanchton, Lutero y otros sostenían que se habían introducido abusos que habían adulterado no solo la fe de la Iglesia sino su praxis: la Confessio era la argumentación de por qué no podían seguir vinculados a una Iglesia que se negaba a reformarse.

La Confesión de Augsburgo (Confessio Augustana) tuvo su génesis en la convocatoria del Emperador Carlos V a una diera imperial en la ciudad de Augsburgo, Alemania, en abril de 1530. La urgencia de un frente unido contra la amenaza turca exigía restablecer la unidad religiosa fracturada por la Reforma, de ahí que – en un clima de diálogo – se pidió a los príncipes alemanes poner sobre el tapete sus opiniones para subsanar las diferencias y restablecer la unidad imperial.

Por su parte, el elector de Sajonia ordenó a los teólogos de Wittemberg redactar un documento donde constasen las nuevas creencias y prácticas de la iglesia reformada, documento que – una vez en Augsburgo – fue suscrito por otros adherentes a la Reforma Luterana, de modo que Melanchton dio entonces un giro al texto, pasando de ser una declaración sajona a una declaración de fe luterana comunitaria. Además los luteranos querían dejar en claro su distancia frente a otros grupos religiosos que se oponían más incisivamente al catolicismo romano, de modo que en la redacción del texto se atendió más a los puntos en que se estaba de acuerdo con Roma que a los puntos en desacuerdo o demasiado polémicos, esto dio al texto un necesario carácter conciliador (lo que no impidió que fuera rechazado).

 

 

En la primera parte de la Confessio los redactores exponen cuanto tienen en común con la Iglesia Católica (universal) de su época (medieval) como la adherencia fiel a la doctrina teológica heredada de san Agustín, el rechazo a los zwinglistas y anabaptistas, aclarando la visión luterana de la justificación por la fe de manera clara y específica para evitar equívocos.

En la segunda parte de la Confessio se exponen aquellos puntos en que estaban en desacuerdo con la Iglesia Católica medieval y que ameritaban una urgente reforma (cosa que los luteranos habían hecho), por ejemplo: el carácter sacrificial de la misa, el celibato sacerdotal, la obligatoriedad de la confesión auricular, los votos monásticos, y los abusos del episcopado alemán que desempeñaba al mismo tiempo un rol de gobierno espiritual y un rol de gobierno civil.

 

 

Cabe decir que Lutero no estuvo presente en Augsburgo pero se comunicaba con Melanchton y sus compañeros por correspondencia pidiendo que se revisara el texto, aconsejando e infundiendo ánimo a los representantes luteranos. El texto completo, revisado enmendado (aún la noche anterior), y firmado por siete príncipes y por los representantes de las ciudades libres, fue presentado al Emperador el 25 de junio de 1530; redactado en alemán y en latín, la lectura se hizo en alemán por orden del Emperador. Tras su presentación, la Confessio Augustana en seguida adquirió un notable valor como declaración pública de fe luterana.