¿Cómo empezar a leer la Biblia?

 

 

¿CÓMO EMPEZAR A LEER LA BIBLIA?

 

«Ni en el cielo ni en la tierra existe para el alma otra cosa con qué vivir y ser buena, libre y cristiana que el santo Evangelio, la Palabra de Dios […] El cristiano encontrará en la Palabra suficiente alimento, alegría, paz, luz, arte y justicia, verdad, sabiduría, libertad y todos los bienes en abundancia.»

Martín Lutero, La Libertad Cristiana, 5.

 

Hace poco en nuestra célula de la Casa Pastoral algunos hermanos contaron que tenían dificultades para empezar a leer la Biblia. Como ellos, muchas personas crecieron sin haber leído la Biblia; tenían biblias en su casa pero casi nunca las abrían para leerla, las personas de generaciones atrás sentían incluso cierto temor de profundizar en el texto, «Si lees la Biblia te volverás evangélico» «¡Es muy difícil de entender, solo los sacerdotes pueden leerla!» «Leer mucho la Biblia vuelve a la gente loca«… Estas cosas en realidad se han dicho muchas veces a gente sencilla en el campo y en las ciudades anulando su capacidad de leer por sí mismos la Palabra de Dios y llenando su imaginación con miedo e ideas erróneas sobre lo que es realmente las Sagradas Escrituras.

Por ello, en nuestra última reunión virtual ofrecí unas pautas sencillas para las personas que inician la lectura orante de la Biblia por primera vez, quiero ahora compartirlas por escrito con todos de manera que puedan serles útiles.

Antes que nada quisiera detenerme en un detalle: me refiero siempre a la lectura de la Biblia como una lectura orante ¿Por qué? Básicamente porque toda lectura de las Sagradas Escrituras se realiza desde la oración como diálogo interior o comunitario con Dios a través de su Espíritu. Abrir la Biblia no es lo mismo que abrir una novela o un libro de historia, estamos entrando en contacto con la Palabra revelada, Dios nos habla y nosotros respondemos. Incluso un estudio bíblico hecho con la seriedad y el rigor de un investigador o un teólogo debe partir desde la dimensión espiritual, no al revés.

En las siguientes pautas me interesa abrir para todos un camino de acceso a la Biblia partiendo desde lo sencillo. No son pautas para un estudio bíblico o para un análisis exegético-crítico del texto sino para empezar a saborear la Palabra y sumergirnos en ella gradualmente.

¿Listos?

 

BREVES PAUTAS PARA INICIAR LA LECTURA BÍBLICA

 

1. Lee la Biblia como lo que es: Palabra de Dios. Parece bastante obvio pero a veces olvidamos este detalle tan importante. La Biblia no es un manual de teología ni de moral cristiana, tampoco es un compendio de citas o un libro de historia. No es una novela o un relato que debamos leer de la primera página hasta la última: seguramente has iniciado con la primera página del Génesis aspirando a finalizar en Apocalipsis y has desistido después de los primeros capítulos… No es ese el camino adecuado. Debemos recordar que estamos interactuando con la Palabra revelada, nuestro acercamiento debe hacerse con reverencia/devoción, la pregunta que enmarca toda lectura es ¿Qué quiere decirme Dios a mí, hoy, aquí, con esto que me enseña?

 

2. Acercarse sin miedo. Sin pánico, la Palabra es fuente de consuelo, sabiduría, esperanza. Además no hemos recibido un Espíritu de temor sino de alegría filial. No temas empezar y no acabar (en realidad nunca acaba nuestra lectura). El miedo es una peligrosa tentación que busca alejarnos de la fuente de luz que son las Escrituras.

 

3. Formarse el hábito de lectura diaria. Así como reservamos un tiempo diario para ver la televisión (noticias, telenovelas) o para escuchar programas de radio, hemos de adquirir el hábito diario de leer la Biblia. Formar un hábito es adquirir un ritmo de lectura, separa un momento al día consagrado a la lectura orante, en principio pueden ser unos veinte minutos, siempre a la misma hora del día. Busca un lugar adecuado, cómodo, tranquilo y sin distracción. Esto te ayudará a crear un ritmo y a interiorizar el rato de lectura como un momento de ENCUENTRO y no como una carga.

 

4. Utiliza herramientas. Muchas veces encontramos palabras o pasajes que no entendemos ¿Qué quiso decir? Tenemos a mano muchas herramientas ¡La primera es la ayuda del Espíritu Santo! Pero además, muchas biblias vienen con comentarios a pie de página para explicar los puntos difíciles, también suelen incluir mapas, diccionarios y equivalencias al final. Todo esto es muy útil, en internet hay cantidad de páginas con comentarios y explicaciones. Estas herramientas pueden serte útiles cuando algo sea complejo. Finalmente, una herramienta muy sencilla es tener a mano un cuaderno donde apuntar lo que llama tu atención, lo que te inspira la oración, versículos que hacen eco en ti o que te generan dudas.

 

5. Leerla con la Iglesia / Comunidad. La gente suele hacer clubes de lectura para leer juntos novelas como La Guerra y la Paz, Rayuela o Los Miserables. Nosotros los creyentes también leemos en comunidad: cada culto dominical es también una lectura orante comunitaria de la Palabra donde Dios habla a través de la lectura de los evangelios, cartas y del Antiguo Testamento, y la congregación le responde a Dios con salmos, himnos y plegarias. En casa, a parte de la lectura privada siempre es bueno tener un momento a la semana para leer en familia, esto ayuda a sembrar la semilla de la fe en niños y jóvenes, afianza la unidad familiar y crea un espacio íntimo que no hay en otras circunstancias.

 

6. Orar. Una plegaria al Espíritu Santo antes de iniciar la lectura para tener luz, para que la Palabra se haga vida en nosotros, para poder poner en práctica lo que Jesús enseña, para entender… Y una plegaria al finalizar la lectura, para agradecer lo aprendido, para agradecer que podemos leer la Biblia abiertamente y no a escondidas y con riesgo de perder la vida como sucede a muchos cristianos en el mundo… Durante la lectura puedes detenerte y orar (conversar) con Dios sobre lo que la Palabra te dice: presentar tus súplicas, alabanzas, encomendar a alguien… Esto es lectura orante.

 

7. Tener voluntad. Ir al gimnasio implica voluntad para una persona joven. Asistir al Tai-chi temprano en la mañana implica voluntad para un adulto. Tomarse en serio el hábito de lectura orante implica voluntad para todos. El Espíritu Santo es quien pone en ti la voluntad en la medida en que eres disponible a actuar en consecuencia. Con el tiempo sentirás hambre de la Palabra de Dios. Nota: No hay que desanimarse si al principio lo dejamos porque surgen ocupaciones, o nos distraemos con facilidad o incluso de pronto nos parece que 10 minutos de lectura orante son pesados… No debemos desanimarnos. La clave está en volver siempre a la fuente.

 

 

¿POR DÓNDE EMPIEZO?

 

Hay muchas formas de empezar, unas más prácticas que otras. Hay apps para celular que ofrecen planes de lectura guiada (leer la Biblia en 6 meses, leer una carta de san Pablo en dos semanas, etc), también muchas biblias incluyen al final un Plan de Lectura para leer la Biblia en un año. Está el gran plan de lectura de la Iglesia: el año litúrgico, siguiendo las lecturas dominicales y semanales del calendario litúrgico una persona puede leer la Biblia (casi entera) en un año dos veces. ¡Las ofertas son muchas!

 

A mis hermanas y hermanos de la célula les he propuesto el siguiente método de lectura. Lo aprendí hace tiempo cuando aún era un estudiante de los primeros años de seminario y no podía pasar más allá de leer los salmos y fragmentos de los evangelios, como me fue útil quiero ahora compartirlo. Se trata de ir de lo más sencillo a lo más complejo.

 

¿Con qué libro empiezo?

Como en un rico almuerzo, iniciamos con el primer plato: el evangelio de Marcos. Es el evangelio más breve y conciso, además de ser el primero en escribirse. Está redactado como una pequeña catequesis sobre lo que Jesús dijo e hizo. Iniciando así no hay pérdida.

 

Continúa con Mateo (un poco más largo, abundante en hermosos relatos y parábolas).

Luego pasas a Lucas. Este tiene dos partes (como un Best-seller con secuela) primero puedes leer el evangelio y luego continúas con Hechos de los Apóstoles. Ambos libros forman una unidad literaria: en el evangelio Lucas habla de la obra de Jesús, en Hechos habla sobre la obra del Espíritu Santo en la Iglesia.

 

Entonces, pasas al evangelio de Juan. Es distinto a los otros tres, tiene dicho y relatos sobre Jesús que no hay en los otros. Después de Juan puedes continuar con las cartas de san Juan (1a, 2a y 3a de Juan), estas tienen el mismo estilo literario que el evangelio y en muchos casos abordan los mismos temas pero vistos desde la comunidad unos años después de escribirse el evangelio.

 

¡Bien, entonces ya has leído los cuatro evangelios y parte del Nuevo Testamento!

 

Ahora pasamos al ciclo paulino con las Cartas de Pablo: Iniciamos con Filemón (bastante corta), a penas un rescripto; luego pasamos a Gálatas, Filipenses, Colosenses y Efesios; continúa 1 y 2 Tesalonicenses, y entonces podemos pasar a 1 y 2 Corintios; finalmente avanzamos a las cartas pastorales: 1 y 2 Timoteo y Tito, para cerrar el ciclo paulino con Romanos (la más extensa y compleja) y Hebreos (de contenido y lenguaje diferente al resto). Romanos es el gran sello de este ciclo, en ella san Pablo resume todo su ministerio y su enseñanza acerca de Jesucristo, un compendio magno de cuanto había predicado.

Cerramos esta parte con las cartas universales o católicas: 1 y 2 Pedro, Santiago y Judas.

¡En este punto ya has leído el Nuevo Testamento (casi) entero! Aún queda un libro que dejaremos para el postre…

 

Ahora vamos al plato fuerte: Entraremos al Antiguo Testamento con calma. Mucha gente empieza con el Génesis pero al toparse con las listas interminables de nombres y los censos exhaustivos (que abundan en los primeros cinco libros) lo abandonan. Empezaremos por algo más sencillo: las novelas del Antiguo Testamento.

Leemos Rut y Ester para habituarnos al lenguaje y al contexto veterotestamentario (si tu Biblia los incluye, puedes continuar con Tobías y Judit); ahora, un paso más para continuar e iniciamos el Pentateuco: Génesis – Éxodo – Levítico – Números – Deuteronomio ¡Los cinco grandes! NOTA: Llegados a este punto, recordar que estamos haciendo una lectura orante no una lectura de continuo, no es necesario detenerse en las minuciosas listas de nombres y cantidades de personas, puedes saltarlas si sientes que detenerte en ellas te frena, momentáneamente puedes vadear estas secciones y avanzar a la narrativa siguiente, no es ningún pecado. Es mejor esquivar humildemente las zonas difíciles a atreverse a flanquearlas y sucumbir en el intento.

Pasada la cima del Pentateuco ahora nos queda bajar a los valles de Antiguo Testamento: Leemos los libros históricos de Josué a Nehemías (si tu Biblia los incluye, puedes leer 1 y 2 de Macabeos), entonces avanzamos hasta los bellos libros sapienciales: Cantar de los cantares, Lamentaciones, Proverbios, Job, Eclesiastés (si tu Biblia los incluye, puedes continuar con Eclesiástico y Sabiduría). Finalmente entramos en la puerta grande de los profetas: Isaías, Jeremías, Ezequiel, y los 12 profetas menores de Oseas a Malaquías (incluye Baruj y la Carta de Jeremías si tu Biblia los contiene).

 

Ahora que hemos viajado a lo largo de la Escritura, llegamos al punto final: Daniel (de género apocalíptico) y Apocalipsis. Estos tienen un estilo muy simbólico y diferente al resto, son libros apocalípticos cuyo eje transversal es la esperanza en las dificultades, no el fin del mundo.

¿Qué libro nos falta? ¡Los salmos! No lo he incluido en la lectura porque en realidad los salmos son el libro de plegarias y el himnario de la Biblia, deberíamos orar cada día un salmo, memorizar nuestro salmo favorito, meditar en un versículo de un salmo ¡o cantarlo! No existe mejor devocinario cristiano que este librito de 150 plegarias/himnos.

 

+ Resumimos el orden de lectura:

Nuevo Testamento:

Marcos

Mateo

Lucas y Hechos

Juan – 1, 2 y 3 de Juan

Ciclo de Pablo: 

Filemón

Gálatas

Filipenses

Colosenses

Efesios

1 y 2 Tesalonicenses

1 y 2 Corintios

1 y 2 Timoteto

Tito

Romanos

Hebreos

Cartas universales:

Santiago

1 y 2 Pedro

Judas

 

Antiguo Testamento:

Rut

Ester

[Tobías – Judit]

Pentateuco:

Génesis

Éxodo

Levítico

Números

Deuteronomio

Históricos:

Josué

Jueces

1 y 2 Samuel

1 y 2 Reyes

1 y 2 Crónicas

Esdras

Nehemías

[1 y 2 Macabeos]

Sapienciales:

Cantar de los cantares

Lamentaciones

Proverbios

Job

Eclesiastés

[Eclesiástico – Sabiduría]

Profetas:

Isaías

Jeremías

Ezequiel

Oseas

Joel

Amós

Abdías

Jonás

Miqueas

Nahúm

Habacuc

Sofonías

Ageo

Zacarías

Malaquías

[Baruc – Carta de Jeremías]

Apocalípticos:

Daniel

Apocalipsis

 

Este es el orden de lectura que quería proponerles. Por su puesto no es un orden perfecto sino un orden más de los muchos planes de lectura que existen. Tú puedes escoger usarlo o usar otro que te parezca mejor.

 

+ Una última recomendación: Sea cual sea el plan de lectura que escojas, recuerda que no se trata de leer por leer. Algunos planes son un reto: leer la Biblia en seis meses – un año – etc… Pero esto solo conduce a la gente a leer por cumplir un plazo. El orden propuesto arriba no tiene un plazo sino que es libre, debes leer según tu tiempo y circunstancias. Lo único necesario es estar conscientes de que no vamos a la hora de literatura diaria sino a un ENCUENTRO con Dios que nos habla en su Palabra.

¿Cuánto debo leer al día? Mi consejo es que al principio puedas leer capítulos solamente, un capítulo al día. Si aún te parece largo puedes leer secciones de un capítulo (las Biblias ya traen esas secciones marcada con subtítulos) pero en general lo mejor es leer y detenerse sencillamente donde el texto empieza a llamarnos la atención, a hacer eco en nosotros. Allí podemos parar y orar.

Espero que estas sencillas pautas les ayuden y estimulen su amor por la Palabra de Dios.

 

«Extenderé delante de ti los prados de mis Escrituras para que, ensanchando tu corazón (Salmo 119:32), corras la carrera de mis Mandamientos» – Tomás de Kempis, Imitación de Cristo, Libro III, cap. 51, 2.

 

+ Rev. Gustavo Martínez S., Pastor.

 

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