Los Himnos

¿Tocan los ángeles en el cielo música de Mozart? El teólogo Karl Barth era de esa opinión. Por su parte, un pastor del sur de Alemania pensaba que los ángeles tocaban Bach, con trompetas y timbales como en uno de los coros muy famosos del Oratorio de Navidad (Herrscher des Himmels). A Lutero no le gustaban las trompetas ni los timbales, le recordaban el griterío de un campo de batalla. A él le gustaba más el sonido armónico y calmado del laud, y argumentaba además que de esto habla el Apocalipsis 5,8.

Al inicio de la Reforma Lutero quiso crear cánticos nuevos, himnos que la congregación pudiera cantar y entender, en el idioma del pueblo, y que expresasen también su teología de la libertad del cristiano. Él mismo cantaba con entusiasmo y buena voz. El poeta y maestro cantor de Nuremberg, Hans Sachs, lo llamó «el ruiseñor de Wittemberg» en su famoso poema publicado en 1523, Die Wittenbergisch Nachtigall, Die man jetz höret überall.

Lutero escribió los textos y melodías de unos 40 himnos; para algunos se basó además en melodías populares, un siglo después de la Reforma los luteranos ya producían muchos himnos y más hermosos que los de aquellos días primigenios.

Como para Lutero los niños eran muy importantes como futuro de una nación y de la Iglesia, él compuso también cánticos espirituales para ellos. Una escuela (y maestros) sin canto era algo impensable para Lutero, para él las canciones eran algo más que solo palabras cantadas, las palabras pueden entrar en el alma de los niños y educarlos desde antes de que sepan leer. Así, para Lutero los cánticos son una forma de catequesis para los pequeños y para el pueblo llano. Para ellos compuso himnos sobre el Padre Nuestro, los diez mandamientos y los textos de la santa cena.

En un concilio de Basilea en 1435 se prohibió a los laicos cantar en las misas salvo el Kyrie, el Aleluya y el Hossana. Para esa época ya nadie entendía lo que cantaba el clero en latín ni lo que pronunciaban en sus rezos. Para Lutero era imprescindible que todos entendieran lo que ocurría, lo que se cantaba y lo que se rezaba, de ahí que la música compuesta por Lutero y sus compañeros acabó por reformar la forma del culto cristiano sacando los himnos de las iglesias y trasladándolos a la cotidianidad del pueblo: los creyentes entonaban sus himnos alemanes en el trabajo, el mercado, el campo y en familia durante el culto familiar.

La música unía a las personas. En el periodo más álgido de la Reforma cuando se intentaba reprimir a los predicadores luteranos usando la violencia, si estos no podían predicar entonces entonaban himnos que eran seguidos por la multitud, un ejemplo de ello es la anécdota del humilde tejedor de Magdeburgo que la mañana del 6 de mayo de 1524 se apostó junto a la estatua del Kaiser Otto, ubicada en la plaza de la feria, y cantó a todo pulmón los himnos de Lutero Aus tiefer not schrei zy dir y Es woll´uns Gott gnadig sein; la multitud se apiñó a su alrededor, el burgomaestre que lo escuchó al salir de misa ordenó que lo arrestaran pero la multitud lo impidió. Para los luteranos de ayer y hoy la música tiene el mismo fin que la prédica: sirven como vehículo de la Palabra de Dios, además funciona como respuesta de la congregación a la Palabra que acaba de serle proclamada.

La fuente de inspiración para Lutero eran los salmos, él mismo puso música y métrica a 7 salmos en un principio, uno de ellos es «Castillo Fuerte«, basado en el salmo 46; otro es «Aus tiefer not» (Desde lo hondo a ti clamo) basado en el salmo 130. Sin embargo, lo más importante es que para Lutero Cristo es nuestro salmo, nuestro cántico de gozo y esperanza. Siglos después grandes maestros como Bach y Buxtehude armonizaron sus himnos e hicieron arreglos corales para incluirlos en sus cantatas.

Los primeros himnarios luteranos empezaron a publicarse en 1524 con el breve Das Achtliederbuch de 8 canciones al que siguió luego un Enchiridion en el mismo año que aumentaba el número a 26 canciones de las que 18 eran de Lutero. Las ediciones se sucedieron pronto y una nueva versión apareció en 1525, otra en 1529 ya incluía una clasificación de himnos para la liturgia, catequesis, salmos y cánticos diversos, luego hubo una edición aumentada en 1545 que incluía un prefacio del propio Lutero, para esa época existía casi una centena de himnos luteranos conocidos por las congregaciones y entonados por el pueblo fuera de las iglesias, lo que representó un fuerte desafío para la Iglesia Católica durante la Contrarreforma. 

Se dice que al ser consultado sobre el peligroso progreso de los luteranos en Alemania, un cardenal-legado del Papa respondió: Lo más peligroso no es lo que predican, sino lo que cantan…