INTRODUCCIÓN A LOS EVANGELIOS

 

 

Septiembre es el mes de la Biblia. Es por ello que durante esta temporada ofrecemos el siguiente taller de INTRODUCCIÓN A LOS EVANGELIOS, una aproximación breve a los 3 evangelios sinópticos y al evangelio de Juan atendiendo sobre todo al origen y contexto de cada uno.

El motivo es ayudar a los creyentes a entender el trasfondo en el que se redactaron los textos fundamentales de nuestra fe, y animar el estudio bíblico para ayudar a comprender mejor la Buena Noticia. Además sabemos que una deficiente compresión de los textos redunda en una religiosidad fundamentalista o demasiado crédula.

Septiembre es tiempo propicio para reencontrarnos con los evangelios muchas veces desplazados y olvidados por iglesias protestantes que valoran demasiado el Antiguo Testamento y su corpus litúrgico-legal. Volvamos juntos al corazón de la Buena Noticia, no para buscar dogmas doctrinales sino Palabras de Vida Plena.

San Jerónimo, cuya memoria recordaremos a fin de mes, escribió estas palabras lapidarias: Ignorar las Sagradas Escrituras es ignorar a Cristo.

Deseamos que esta breve introducción esa útil a quienes deseen seguirla, y pedimos que el Espíritu Santo nos ayude a todos cuantos creemos en Cristo a tener hambre de su Palabra, ser sembradores de Buena Noticia, y fieles a su Gracia abundante. ¡Así sea!

 

 

PRIMERA PARTE:

– PEQUEÑAS PREGUNTAS –

 

¿Por qué nos tendría que interesar la Biblia?

Necesariamente para conocer y seguir la voluntad de Dios, Él nos habla en su Palabra, nos interpela, nos consuela y nos cuestiona. Muchas veces esta Palabra puede ser oscura y difícil, otras puede resultar profundamente liberadora, pero no podremos tener una sana experiencia de ella si no nos animamos a sumergirnos en ella bajo la guía del Espíritu Santo.

Además, la Palabra de Dios es un punto de encuentro:

  1. Encuentro con Dios, nuestro Padre.
  2. Encuentro con el prójimo (en la calle y en la comunidad = Iglesia)

 

¿Por qué una introducción a los evangelios?

Porque los evangelios son los textos fundamentales de nuestra fe. Pero fueron escritos en otra época, con otro lenguaje, para otro público y en otro contexto; no podemos leerlos como si hubieran sido escritos ayer, ni como si hubieran sido escritos expresamente para nosotros hoy, hacerlo podría llevarnos a malinterpretar el texto…

Los creyentes necesitamos alimentarnos de la Palabra, pero también necesitamos que alguien nos la explique, sería muy ingenuo o peligroso pretender entenderlo todo por nosotros mismos. Jesús explicó varias veces el sentido de las Escrituras a sus discípulos (Mc 4:34; Lc 24:27; 44-45) y sus discípulos también enseñan y explican las Escrituras a otros nuevos discípulos que no las entienden: Hch 8:30-35; 28:23.

Necesitamos una introducción a los evangelios porque si no los conocemos ni los comprendemos corremos el riesgo de resbalar al fundamentalismo y las interpretaciones imaginativas del mensaje.

“Saber leer no significa comprender lo que se lee”

No basta con tomar los libros, leerlos y memorizarlos, hay que procurar ayuda para entenderlos e interpretarlos.

 

Lutero entendió que no bastaba darle la Biblia al pueblo sino que había que darle las herramientas para comprender la Palabra y poder interpretarla.

Su Biblia Alemana venía precedida de comentarios e introducciones; además, escribió el librito “¿Qué debemos buscar en los evangelios?” donde explicaba que el fin último de nuestras lecturas devocionales debía ser siempre la Buena Noticia de Gracia y de Perdón de Dios en Jesucristo que renueva y fortalece nuestras vidas.

 

 

 

 

¿Qué NO son los evangelios?

  • Historias de Jesús
  • Biografías de Jesús
  • Manuales de teología o ética/moral
  • Palabras “dictadas” por Dios sin mediación humana
  • Crónicas históricas en sentido moderno.

 

Los evangelios son los textos más difundidos, pero también los menos comprendidos porque a menudo lo último que se nos ocurre buscar es el mensaje.

El primer paso es saber que:

Fueron redactados por hombres que entretejieron tradiciones sobre Jesús con reflexiones teológicas propias más las vivencias y circunstancias de sus comunidades.

 

¿Qué son los evangelios?

Antes definamos que no es lo mismo el Evangelio que los “evangelios”…

El Evangelio es de Cristo. Los evangelios son según los evangelistas.

Ahora veamos el íncipit (primera frase) del evangelio de Marcos:

 

 

Dice en griego: Comienza la Buena Noticia de (acerca de) Jesús Cristo el Hijo de Dios… (Marcos 1,1)

La Buena Noticia o Evangelio no tiene el sentido de “libro”. En griego “evangelio” (= eu: buen / angelos: anuncio. Euangelizesthai: anunciar) era el término usado para los partes de guerra en que se proclamaba una victoria del emperador.  En la LXX es la traducción de la palabra hebrea bassercuya razín “bsr” tiene parecido significado.

En 2 Sam 4,10 se utiliza este término:

“Al que anunció la muerte de Saúl creyendo que me daba una buena noticia (me-basser) yo lo maté en Ciselag retribuyéndole así su buena noticia (basso-rah)”

Lo mismo ocurre en 2 Sam 18,19-20; 26-27.

En todos estos contextos la palabra basso-rah implica una buena noticia militar.

Pero en el Deutero Isaías adquiere un nuevo sentido: La Victoria de Dios como buena noticia

Leamos: Isaías 52,7 Dios se dirige al pueblo para anunciar la liberación y la redención.

Además el mensajero no tiene rival, anuncia sin miedo la buena noticia liberadora: Isaías 40,9-10; 41,27

El Mesías es el Siervo de Yahweh ungido por el Espíritu Santo para proclamar un mensaje liberador: Isaías 61,1-2

En las cartas paulinas se utiliza con muchísima más frecuencias, de modo que si Pablo no fue el introductor del término en el sentido cristiano, al menos fue su gran difusor. “Evangelio” aparece 60 veces en el corpus paulino y 12 veces en las deutero-paulinas.

Para Pablo el Evangelio es inherente a su vocación. Él fue llamado a anunciar (Gal 1,16), Cristo lo ha enviado a anunciar (1 Cor 1,17) y él es tan fiel a su misión que habla de “su” evangelio (Rom 2,16). El Evangelio no solo es el contenido de sus cartas sino su modus vivendi (1Tes 1,5-6).

 

En la siguiente tabla podemos ver el número de veces en que las palabras Evangelizar y Evangelio aparecen en el N.T:

 

Vemos que el término usado para hablar de una victoria militar es transformado para hablar de la Victoria de Dios.

Evangelio es la Buena Noticia. El íncipit de Marcos resume entonces todo el libro de un modo escandalosamente provocador: No es el parte del emperador sino de Cristo (mensaje subversivo) quien es el Hijo de Dios (mensaje contra paradigmas religiosos) cuya Buena Noticia no implica la opresión de los pueblos sino su redención.

En realidad esto es solo el comienzo.

Marcos inicia su relato con “Arjé tou euangeliou”, “Comienzo de la Buena Noticia…” y en seguida nos remite a la figura de los mensajeros que preparan la misma: Isaías y Juan el bautista.

Pero este libro no es la biografía de Jesús, y de hecho la historia no acaba en el último versículo. Mc 16,15 termina como comienza: enviando nuevos mensajeros que anuncian (gr. kerizate) la Buena Noticia de Jesús Cristo el Hijo de Dios…

Puede decirse que nosotros continuamos ese anuncio.

 “Los evangelios no son libros “conclusos”, son libros abiertos: debemos continuar la historia de Jesús anunciando esa Buena Noticia”: el Evangelio con mayúscula.

Veremos que los evangelios con textos apasionantes, liberadores, esperanzadores, cuestionantes, incómodos y sobre todo Fundamentales.

Veremos también las características de cada evangelio, las intenciones ocultas de sus redactores, y qué nos pueden decir para el día de hoy…

 

(Continuará…)

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