19° Domingo después de Pentecostés

 

¿Quién es el mayor de todos?

 

Oración del día (litúrgica): Señor Dios, tú nos llamas a hacernos humildes por el Reino; ayúdanos a vencer nuestra soberbia humana para servir a los demás en toda ocasión, testimoniando desde el servicio que somos tus discípulos. Por Cristo, tu Hijo, nuestro Salvador.

 

+ Lecturas del culto: Jeremías 11: 18-20; Salmo 54; Santiago 3:13-4:3,7-8a.

 

+ Evangelio de Marcos, 9: 30-37.

Jesús y sus discípulos fueron recorriendo Galilea, y no quería que nadie lo supiese.
A los discípulos les explicaba:
—El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de hombres que le darán muerte; después de morir, pasando tres días, resucitará.
Ellos, aunque no entendían el asunto, no se atrevían a hacerle preguntas.

Llegaron a Cafarnaún y, ya en casa, les preguntó:
—¿De qué hablaban por el camino?
Se quedaron callados, porque por el camino habían estado discutiendo quién era el más grande.
Se sentó, llamó a los Doce, y les dijo:
—El que quiera ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos.
Después llamó a un niño, lo colocó en medio de ellos, lo acarició y les dijo:
—Quien reciba a uno de estos niños en mi nombre, a mí me recibe. Quien me recibe a mí, no es a mí a quién recibe, sino al que me envió.

+ Reflexión:
Un jovencito que asistía a un iglesia pidió en cierta ocasión al pastor que le permitiese hacer algo en la congregación, pues quería trabajar por Jesús. El pastor le contestó: «No sé qué podrías hacer entre nosotros, eres muy joven, de pocas aptitudes quizá, y dudo que puedas ser muy útil». El jovencito objetó: «Puede que no esté capacitado para grandes cosas, pero si al menos pudiera tocar las campanas, cosa que no es muy complicada, sentiría que algo hago por Jesús convocando a los fieles al culto y a escuchar la Palabra de Dios». El pastor accedió a su petición, y el jovencito que comenzó tocando las campanas puntualmente cada domingo demostró después ser un gran servidor en la congregación…
Jesús va recorriendo la Galilea, en esta ocasión no quiere que la noticia se esparza, él quiere instruir en privado a sus discípulos, pero aunque explica por segunda vez el camino de la Pasión que está por recorrer los discípulos callan: no entienden y temen preguntarle. Quizá se sienten confusos y avergonzados tras no poder arrojar el demonio del niño epiléptico (Mc 9: 14-29), quizá temen una nueva reprensión de Jesús pues aún no logran aceptar el camino de la Pasión, está fresca aún la reprensión que Jesús les hizo a todos dirigiéndose a la persona de Pedro: «Apártate de mí, Satanás… tus pensamientos no son los de Dios…» (Mc 8:33); además, guardan silencio porque en el camino venían hablando sobre quién sería el más grande entre ellos.
Parece que ante los anuncios fatídicos de Jesús han llegado a la conclusión de que alguien debía tomar el relevo del liderazgo del grupo tras la muerte de Jesús, quizá el aparente favoritismo de Jesús hacia Pedro, Santiago y Juan, quienes subieron a solas con él al monte (Mc 9: 2-8) les haya llevado a discutir sobre quién entre ellos tomaría las riendas del grupo una vez consumado el camino de la Pasión. Aparentemente los discípulos no están siguiendo el camino de Jesús sino su propio camino.
Llegan a Cafarnaúm y entran en la casa – podría suponerse que Marcos se refiere a la casa de Pedro de la que ya habló en Mc 1: 21.29 – allí toma asiento ( = Cátedra; actitud típica del maestro antes de enseñar) y les dice: «Si alguno quiere ser el primero, hágase el último de todos, y el servidor de todos«. Ante el camino de los discípulos, tachonado por el carrerismo, las ambiciones personales y el afán de dominar y empoderarse, Jesús ha planteado su camino, el camino del servicio humilde a los demás. No en vano Jesús dicta esta lección en casa de Pedro: frente a las discusiones sobre la primacía de los discípulos Marcos contrapone ya desde el inicio el servicio agradecido y desinteresado de la suegra de Pedro (Mc 1:31), he ahí el camino verdadero de todo discípulo.
Para hacer comprensible su mensaje Jesús llama a un niño. En griego la expresión <paidíon>  usada por Marcos para referirse al niño puede hacer tanto referencia al diminutivo: <niñito>, como significar: <sirviente, criado, jovencito> como en Mt 8:6. Jesús le coloca en medio de los discípulos y, abrazándolo, indica que quien reciba a uno de estos pequeños lo recibe a Él.
Muy sutilmente Jesús enmienda el camino de los discípulos y los re-orienta hacia el camino del Maestro: el mayor entre ellos debe ser el servidor de todos (gr.: diakonos); pone a un sirviente o a un niño en medio para indicar que en la comunidad son éstos, los que no cuentan, los infravalorados, los rechazados, quienes deben estar en el centro, al abrigo de la comunidad (gr.: Ekklesía) en lugar de la soberbia y la ambición de liderazgo.
Como en el relato del inicio, muchos llaman a la puerta de nuestras iglesias porque quieren servir a Cristo, y en seguida los infravaloramos estimando que no tienen las capacidades o simplemente «no cuentan» para el servicio (diaconía). Es a estos a quienes Jesús nos invita a acoger. Jesús nos invita a tomar el camino del servicio, aún siendo simples laicos o pastores con años de experiencia, se nos llama al servicio inmediato, agradecido y desinteresado, como la suegra de Pedro quien se puso en pie de inmediato para servir a Jesús.
Se nos llama al camino de la Cruz, sabiendo que no predicamos un «evangelio de la prosperidad» ni un «avivamiento sentimentalista», tampoco somos activistas político-sociales de hermosas homilías, sino discípulos y discípulas que queremos permanecer fieles a la Buena Noticia aún en medio de las dudas, las crisis y las contrariedades interiores y exteriores. El que quiera ser el mayor de todos puede ya olvidarse de donar más dinero para comprar un «puesto», puede olvidarse ya de hacer «carrera» de predicador o recabar votos para alcanzar un sitio de honor, quien quiera ser el primero hágase el servidor de todos. Solo desde el servicio humilde, desinteresado y agradecido se enaltecen quienes siguen el camino de Jesús.
Marcos no habla de hacernos «sirvientes» sino servidores. Un sirviente presta un servicio no por liberalidad sino porque le pagan para ello, algunas veces siendo víctima de abusos laborales. Un servidor, en cambio, sirve libre y des-interesadamente, es su vocación. Es nuestra vocación.
En estos días en que el ser servicial está en desprestigio y se promueve el ser emprededores y carreristas, recuperemos para nuestras iglesias y comunidades el valor del servicio. Servicio silencioso, amoroso, solidario en Cristo Jesús.
+ Pare reflexionar:
  •  «Ellos no entendía lo que decía y temían preguntarle…» (Mc 9:32) ¿Tiene usted miedo de preguntar a Jesús en su oración cuál es su plan para usted y su vida? ¿Teme las pequeñas cruces de cada día? No olvide que por muy pesadas que éstas sean Jesús siempre las carga a nuestro lado… a menudo es Él solo quien las lleva por usted.
  • «Habían discutido quién era el mayor…» (Mc 9:34) ¿Ha discutido, planificado o hasta maquinado la promoción de su persona dentro de su iglesia, ya sea desde un simple puesto hasta una ordenación?
  • «Si uno quiere ser el primero…» (Mc 9:35) ¿Está usted dispuesto a hacerse el último y remangarse los brazos para servir?
  • «Hágase el servidor…» (Idem) ¿Conoce usted a quienes sirven en su iglesia, edificio, barrio, trabajo, etc? ¿Conoce sus nombres? ¿Los saluda, se preocupa de ellos, les habla? ¿O simplemente pasa de largo frente a los servidores? ¿Es de esa clase ilógica de cristianos que aún tiene «servidumbre doméstica»?
  • «Lo abrazó…» (Mc 9:36) No pierda oportunidad de abrazar un niño, si son los propios hijos, mejor. Sea tierno con alguien «pequeño»: un anciano en el parque, el niño de un vecino, algún servidor público… y si se burlan piense en la cara de bochorno de los discípulos cuando Jesús abrazó a un niño frente a sus pretensiones de liderazgo.
  • «Quien reciba…» (Mc 9:37) ¿Estaría usted dispuesto a recibir en su casa a un inmigrante? ¿Recibiría a un familiar molesto por una temporada para ayudarlo en sus problemas (los de él)? ¿Acoge usted a los extraños que vienen a la iglesia? ¿Aunque sea un caramelo les compraría a los que venden cosas en los buses para alimentar sus familias pobres?

 

¡Bendecida semana!

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