El Padrenuestro explicado por Lutero
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EL PADRENUESTRO
Cómo debe enseñarse en forma muy sencilla en el hogar.
EX – CATECISMO MENOR DE M. LUTERO
Cuando ores, apártate a solas, cierra la puerta detrás de ti y ora a tu Padre en privado.
Entonces, tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará.
Mateo 6:6
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Orar es invocar a Dios en todas las adversidades. Esto es lo que Dios quiere de nosotros, y ello no depende de nuestro arbitrio. Al contrario, debemos orar y es necesario que lo hagamos, si queremos ser buenos cristianos, lo mismo que debemos obedecer (y es necesario que lo hagamos) a nuestros padres y autoridades. Con la oración no solo honramos el Nombre de Dios sino que además lo empleamos útilmente. Ante todo, debes saber que con esto haces callar y repulsas los pensamientos que te apartan y te espantan de la oración. En efecto, lo mismo que no vale que un hijo diga a su padre: “¿Qué me importa la obediencia? ¡Yo hago lo que quiera!”, cuando el mandamiento nos obliga a honrar padre y madre (es decir, a obedecerlos), del mismo modo no está en tu voluntad orar cuando te apetece o dejar de hacerlo cuando te plazca, sino que debes orar en todo tiempo pues esa es tu cristiana obligación […] (1 Tes 5:17)
Por ello, pedimos y amonestamos a todos para que entiendan estas cosas de corazón, exhortándoles a no despreciar la oración […] No nos dejemos asustar por pensamientos tales como: “No soy lo suficientemente santo ni digno para orar… Si fuese tan piadoso y santo como san Pedro o san Pablo oraría mejor…” ¡Alejemos esas malas ideas! Pues el mismo mandato a orar que se dio a Pedro y a Pablo se nos da a nosotros; por ello, debes reflexionar: “La oración que yo hago es tan preciosa, santa y agradable a Dios como la de san Pedro o san Pablo y los demás santos. La causa es la siguiente, con gusto admito que Pedro es más santo en cuanto a su persona, pero no lo es en cuanto al mandamiento, porque Dios no mira la oración por la persona que la hace, sino a causa de su Palabra y de la obediencia [y fe] en la misma, pues en la Palabra de Dios en la cual fundamentaron su oración todos los santos también fundamento yo la mía; además, rezo por lo mismo que todos ellos piden y han pedido en comunión.”
Allí donde haya oración verdadera es necesario que sea cosa seria y se sienta su necesidad y una necesidad tal que nos mueva a llamar y clamar. De este modo la oración surge espontáneamente, que es como debe surgir. Y los motivos de tu oración los hallarás perfectamente en el Padrenuestro, de modo que éste nos servirá para acordarnos de cómo orar, para contemplar y para orar de todo corazón, sin cansarnos de ello […] Así, desde la infancia debemos acostumbrarnos a orar diariamente, cada cual por sus necesidades y por las necesidades de las personas que le rodean (autoridades, vecinos, familiares…) recordando que Dios no quiere que despreciemos la plegaria. ¡Me gustaría volver a convencer a la gente a que aprendiesen a orar rectamente en lugar de vivir de manera tan ruda y fría, lo cual los hace ser torpes en la oración! […]
Finalmente, hemos de saber que toda nuestra defensa y protección reside en la oración, puesto que por nosotros mismos somos muy débiles ante el diablo, su poder y sus secuaces. No obstante, frente a nuestros adversarios y frente al diablo mismo tenemos poder en la oración, siempre y cuando seamos perseverantes en ella y diligentes. Porque cuando un cristiano piadoso ora diciendo: “Amado Padre, hágase tu voluntad”, Él, en los cielos responde: “Sí, hijo amado, así será, aunque se opongan el diablo y el mundo entero”.
Lo que acabo de decir es una exhortación a fin de que se tome conciencia del gran poder de la oración, y para que se note la diferencia entre “parlotear” y orar… Ahora trataremos del Padrenuestro en la forma más breve y clara; en él se resume en siete peticiones todas las necesidades que nos conciernen, y cada petición es tan grande que nos debería impulsar a rogar por ella y pedirla durante toda nuestra vida.
[Extraído del Catecismo Mayor de M. Lutero, Parte III, El Padre Nuestro]
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PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN LOS CIELOS
¿Qué quiere decir esto? – Con esto, Dios quiere atraernos para que creamos que Él es nuestro verdadero Padre y nosotros sus verdaderos hijos, a fin de que le pidamos con valor y plena confianza, como hijos amados a su amoroso padre.
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Primera Petición
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE
¿Qué quiere decir esto? – El Nombre de Dios ya es santo por sí mismo; pero rogamos con esta petición que sea santificado también entre nosotros.
¿Cómo sucede esto? – Sucede cuando la Palabra de Dios es enseñada en toda su pureza, y también cuando vivimos santamente conforme a ella, como hijos de Dios. ¡Ayúdanos a que esto sea así, amado Padre celestial! Pero quien enseña y vive de manera distinta de lo que enseña la Palabra de Dios, profana entre nosotros el Nombre de Dios. De ello, ¡guárdanos, Padre celestial!
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Segunda Petición
VENGA A NOSOTROS TU REINO
¿Qué quiere decir esto? – El Reino de Dios viene en verdad por sí solo, aun sin nuestra oración. Pero rogamos con esta petición que venga también a nosotros.
¿Cómo sucede esto? -Sucede cuando el Padre celestial nos da su Espíritu Santo, para que, por su gracia, creamos su santa Palabra y llevemos una vida de piedad, tanto aquí en el mundo temporal como en el otro, de la eternidad.
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Tercera Petición
HÁGASE TU VOLUNTAD ASÍ EN LA TIERRA COMO EN EL CIELO
¿Qué quiere decir esto? – La buena y misericordiosa voluntad de Dios se hace, en verdad, sin nuestra oración; pero rogamos con esta petición que se haga también entre nosotros.
¿Cómo sucede esto? – Sucede cuando Dios desbarata y estorba todo mal propósito y voluntad de quienes tratan de impedir que santifiquemos el Nombre de Dios y de obstaculizar la venida de su Reino, tales como la voluntad del mal, del mundo y de nuestra carne (deseos). Así también se hace la voluntad de Dios, cuando Él nos fortalece y nos mantiene firmes en su Palabra y en la fe hasta el fin de nuestros días. Ésta es su misericordiosa y buena voluntad.
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Cuarta Petición
EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA, DÁNOSLO HOY
¿Qué quiere decir esto? – Dios da diariamente el pan, también sin nuestra súplica, aun a todos los malos; pero rogamos con esta petición que Él nos haga reconocer esto y así recibamos nuestro pan cotidiano con gratitud.
¿Qué es esto: el pan cotidiano? – Todo aquello que se necesita como alimento y para satisfacción de las necesidades de esta vida, como: comida, bebida, vestido, calzado, casa, hogar, tierras, ganado, dinero, bienes; piadoso esposo/a, hijos piadosos, piadosos criados, autoridades piadosas y fieles; buen gobierno, buen tiempo; paz, salud, buen orden, buena reputación, buenos amigos, vecinos fieles, y cosas semejantes a éstas.
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Quinta Petición
Y PERDÓNANOS NUESTRAS DEUDAS, ASÍ COMO NOSOTROS PERDONAMOS A NUESTROS DEUDORES
¿Qué quiere decir esto? – Con esta petición rogamos al Padre celestial que no tome en cuenta nuestros pecados y que por causa de ellos nos niegue lo que pedimos. En efecto, nosotros no somos dignos de recibir nada de lo que pedimos, ni tampoco lo hemos merecido, pero quiera Dios dárnoslo todo por su gracia, pues diariamente pecamos mucho y sólo merecemos el castigo. Así, por cierto, también por nuestra parte perdonemos de corazón, y con agrado hagamos bien a (todos) los que contra nosotros pequen.
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Sexta Petición
Y NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN
¿Qué quiere decir esto? – Dios, en verdad, no tienta a nadie; pero con esta petición le rogamos que nos guarde y preserve, a fin de que el mal, el mundo y nuestra carne no nos engañen y seduzcan, llevándonos a una fe errónea, a la desesperación y a otras grandes vergüenzas y vicios. Y aun cuando fuéramos tentados a ello, que al fin logremos vencer y retener la victoria.
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Séptima Petición
MAS LÍBRANOS DEL MAL
¿Qué quiere decir esto? – Con esta petición rogamos, como resumen, que el Padre celestial nos libre de todo lo que pueda perjudicar nuestro cuerpo y vida, nuestros bienes y honra, y que al fin, cuando llegue nuestra última hora, nos conceda un final bienaventurado y, por su gracia, nos lleve de este valle de lágrimas al cielo para vivir con Él en la eternidad.
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AMÉN
¿Qué quiere decir esto? – Que debo estar en la certeza de que el Padre celestial acepta estas peticiones y las atiende; pues Él mismo nos ha ordenado orar así y ha prometido escuchar nuestra oración. Finalizamos diciendo: Amén, que quiere decir: «Sí, que así sea».
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Porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Reconocemos finalmente que Dios es el Señor y Rey todopoderoso, que rige sobre todo lo que existe y por toda la eternidad. Dios es el único que merece la gloria y el honor sin fin. La gloria no es nuestra sino sólo de y para Dios. Con una afirmación contundente: «Amén», declaramos «que así sea» hoy, para siempre y desde siempre. Esta doxología, (es decir alabanza al Señor) no forma parte del Padrenuestro en sí mismo, y debe su origen a una tradición litúrgica antigua que se remonta a la Didajé, un texto cristiano del siglo II d.C, que en su cap. VIII enseña cómo debían orar el Padrenuestro los primeros creyentes (quienes no veían adecuado que el Padrenuestro terminara abruptamente mencionando el Mal); en la edición de Núremberg del Catecismo Menor de Lutero (1558) ya aparece impresa esta cláusula como conclusión del Padrenuestro. En cierto modo, es la mejor forma de terminar la oración que nos enseñó el Señor Jesús, reconociendo el poder y la gloria de Dios por siempre.
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FORMAS BREVES DE ORAR EN LA MAÑANA Y LA NOCHE
[ Del cap. VII del Catecismo Menor de M. Lutero ]
Por la mañana, apenas hayas abandonado la cama, haz la señal de la cruz diciendo: “Ampárame con tu poder, Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.” Entonces, dirás el Credo y el Padrenuestro. Si quieres, puedes orar brevemente con estas u otras palabras:
Te doy gracias, Padre celestial, por medio de Jesucristo, tu amado Hijo, porque me has protegido durante esta noche de todo mal y peligro, y te ruego que también durante este día me guardes de pecados y de todo mal, para que te agrade todo mi obrar y vivir; pues en tus manos me encomiendo a mí mismo, mi cuerpo y mi alma y todo. Tu santo ángel me acompañe para que el maligno no tenga ningún poder sobre mí. Amén.
Y luego dirígete con gozo a tu labor entonando quizá un himno o lo que tu corazón te dicte.
Por la noche, cuando te retires a descansar, haz la señal cruz como en la mañana, y puesto de rodillas o de pie dirás el Credo y el Padrenuestro. Si quieres puedes orar brevemente con estas u otras palabras:
Te doy gracias, Padre celestial, por medio de Jesucristo, tu amado Hijo, porque me has protegido benignamente durante este día, y te ruego que me perdones todos mis pecados, donde cometí algún mal, y me guardes amorosamente durante esta noche; en tus manos me encomiendo a mí mismo, mi cuerpo y mi alma y todo. Tu santo ángel me acompañe para que el maligno no tenga ningún poder sobre mí. Amén.
Luego descansa sin más y tranquilamente.
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LA BENDICIÓN Y ACCIÓN DE GRACIAS EN LAS COMIDAS
[ Del cap. VIII del Catecismo Menor de M. Lutero ]
Se debe enseñar a los niños a dar las gracias al acercarse a la mesa con las manos juntas y reverentemente, diciendo:
“Los ojos de todos te están esperando, Señor, y tú das el alimento a su tiempo. Abres tu mano y sacias de bendiciones a todo ser viviente.”
Luego recitarán el Padrenuestro y añadirán:
“Señor Dios, Padre celestial: Bendícenos y bendice estos tus dones, que de tu gran bondad recibimos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.”
Así también, después de haber comido, dirán igualmente con reverencia y con las manos juntas:
“Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Él da alimento a todo ser viviente, a la bestia su mantenimiento, y a las crías de las aves que claman a Él. No se deleita en la fuerza del caballo ni en la destreza del hombre, sino que se complace en quienes le respetan, en quienes esperan en su misericordia.”
Entonces recitarán el Padrenuestro y añadirán:
“Te damos gracias, Señor Dios Padre, por Jesucristo nuestro Señor, por todos tus beneficios: Tú que vives y reinas por todos los siglos. Amén.”