SERMÓN DE PASCUA
¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? ¡Ha resucitado!
Lucas 24:5-6
SERMÓN PARA EL DOMINGO DE PASCUA 17.04.22
¿Qué es Resurrección?
Introducción
Queridas hermanas y hermanos.
Mi primera Pascua en el hemisferio norte la viví hace ya 12 años en Navarra, aquella fue una experiencia anímica para mí inolvidable. El invierno en el norte de España, cerca a los Pirineos, es muy helado y muy seco, de la noche a la mañana con el Adviento llegó la nieve que cubrió de blanco los pueblitos con sus viñedos y sus eras, enero fue un mes muy frío y, a menudo, la mañana comenzaba lloviendo y continuaba nevando.
Durante la Semana Santa de ese año con el ajetreo de tantas cosas que hacer – siempre hay muchísimo trabajo en Semana Santa – apenas percibí que algo estaba cambiando. La Vigilia Pascual se desarrolló cerca a la medianoche en una iglesia del siglo XVI que parecía una nevera por dentro pero, al día siguiente, Domingo de Pascua, amaneció un sol resplandeciente y, al salir de la misa de Pascua, mientras caminaba por las eras me sorprendió ver que por debajo de la nieve que se derretía al sol habían unos tímidos brotes verdes asomando bajo la tierra, y aún más, habían aparecido las primeras flores. No podía salir de mi asombro, hacía una semana llovía, nevaba y hacía frío, y ese domingo de Pascua el sol brillaba y las flores se mostraban por primera vez. Entonces la Pascua tuvo realmente un significado para mí, el paso de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz, del frío a la calidez, la Pascua era novedad.
El grano en tierra
Jesús dijo, en Juan 12:24, “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no produce fruto; pero si muere producirá mucho fruto”. En el Boletín de este mes escribí cómo me gusta mucho el himno del verde trigo (Korn das in die Erde) porque nos muestra una imagen del paso de la muerte a la vida. En la letra original se habla de cómo, aludiendo al texto de Juan, el grano encerrado en la tierra muere para brotar en forma de vida nueva, “el amor crece como el trigo, y su tallo es verde”, dice el himno. Pero también habla de cómo la humanidad “quiebra con un golpe el amor de Dios y hace rodar una roca para sepultarlo en la tumba”, esta imagen poética nos habla no solo de lo que ocurrió el Viernes de la Pasión cuando crucificaron a Cristo, el Amor de los amores, sino también de lo que sigue aconteciendo hoy día: Seguimos quebrando varas sobre el amor en el mundo y queremos sepultar la bondad y la misericordia en una tumba. Pasa con la guerra, pasa con marginación, pasa con las divisiones y en todo lugar donde los gestos y palabras de amor son silenciados a garrotazos.
Pero, a pesar de que en este mundo se mueven fuerzas de muerte y oscuridad, a pesar de que esas fuerzas no descansan, como dice 1 Pedro 5:8, a pesar de todo ello “el amor crece como el trigo, y su tallo es verde”; Dios tampoco descansa, y solo Él tiene la última palabra por encima de la muerte y la destrucción, Él es el Señor de la historia, suyo es el tiempo, suya la eternidad, el principio y el fin, Él es quien hace brotar la vida de maneras asombrosas, creativas e inesperadas como el retoño verde florece tras meses frío invierno, como el granito de trigo que se alza en un verde tallo al sol, y como la tumba vacía en una mañana de luz como la que recordamos hoy. Sí, el amor brota, crece y se yergue victorioso en su verde tallo por encima de la muerte y del temor.
Ante la tumba vacía
La vida vence y se abre paso dejando la tumba vacía, esa tumba que hoy encontró Magdalena vacía. ¿Dónde está el Señor? Pregunta ella, pero la pregunta real es ¿Dónde está, muerte, tu victoria? (1 Corintios 1:55) Nuestro Dios, el Dios de la vida, te ha derrotado, la muerte de Cristo venció a la muerte y “sus heridas nos han sanado” (1 Pedro 2:24); ahora, esa tumba vacía es casi ridícula, pierde su sentido y, efectivamente, desde la perspectiva de la victoria de Cristo sobre la muerte esta queda vacía, y ponerse del lado de la muerte y de la destrucción resulta ridículo, a pesar de que aun hoy hay muchos que militan bajo su bandera.
Mas para nosotros ha vencido la vida y la muerte resulta muerta, y podemos oír la voz de Cristo que al alzarse sobre la tumba vacía se dirige al Padre, al Dios de la vida (con las palabas de Isaías 38:16-19):
“Me has curado, me has hecho revivir / la amargura se me volvió paz cuando detuviste mi alma ante la tumba vacía y volviste la espalda a los pecados que cargaba. / El abismo no te da gracias ni la muerte te alaba / ni esperan en ti los que bajan a la fosa, / los que viven, los que viven son los que te alaban, como yo ahora”.
Todos ustedes están hoy ante una tumba vacía, y cada vez que a pesar de las luchas en el mundo vence la vida, aún en pequeños brotes, la tumba vuelve a estar vacía porque el Dios de la vida ya no está allí, Él vive y quiere hacerte ahora a ti vivir, y vivir una vida en plenitud.
Lo que es resurrección
He ahí, hermanas y hermanos, lo que verdaderamente hoy día en tu vida es resurrección, una vida en plenitud.
No es necesario tener o poder mucho para vivir esta vida a plenitud, porque la vida se abre paso desde las cosas más pequeñas, recuerden: el grano de trigo en tierra germina y brota de manera muy pequeña hasta que su tallo verde se alza con fuerza; de la misma manera la vida plena en nosotros, ese anticipo de la resurrección, se abre paso en nosotros siempre que le dejemos germinar y lo cultivemos con esmero.
Cada vez que, desde la fe, cultivamos los pequeños gestos de la vida plena, vivenciamos aquí y ahora la resurrección como un adelanto de aquel modo de vida que recibiremos para toda la eternidad en el día final.
¿Qué es esa resurrección cotidiana?:
Resurrección es hacer cosas nuevas (“Yo hago todo nuevo”, Apocalipsis 21:5): cultivar una planta, escribir un poema, un guiso, una canción, un dibujo (un bonito concierto) …
Resurrección es disfrutar de la sobriedad, sin gastos innecesarios, saboreando los placeres cotidianos, sin necesitar de lo prescindible.
Y hay más.
Resurrección es cuidar de este mundo para las generaciones que vienen después.
Proteger con ternura una vida pequeña (una mascota)
Esforzarse por recordar la inocencia desde tu madurez
Vivenciar lo más bello del esfuerzo y la creatividad humanos a través del arte, la música, la arquitectura, el teatro, la literatura o la jardinería.
Resurrección es no decir nunca: Me aburro.
Resurrección es ser sensibles ante los valiosos tesoros que el mundo desecha con más facilidad: el agua, que antes fue un río; el pan que antes hondeaba en forma de trigo; incluso, los ladrillos de tu casa, que antes fueron tierra y campo.
Resurrección es criar y educar a los niños para que sean libres y responsables.
Resurrección es ayudar y dejar que te ayuden. Saber dar y saber recibir.
También cuando tomas tiempo para regenerar tu cuerpo con el ejercicio físico, y tu alma con el ejercicio espiritual.
Resurrección es cantar un salmo o un himno por puro gusto. Es abrir los oídos a la Palabra de Dios, y desoír aquellas voces que con chismes intentan sembrar la discordia arrojando suciedad sobre el prójimo.
Y resurrección es, hacer comunidad, más comunidad y mejor comunidad. Es trabajar consciente y responsablemente a pesar de que alrededor hay quienes hacen mucho para que no se haga nada.
Resurrección es ser creativos. Esperar y confiar en Dios.
Finalmente, resurrección es creer en la resurrección a pesar de todo.
Estas son cosas muy pequeñas que, cada vez que las cultivamos y hacemos que crezcan en nosotros formando parte de nuestras vidas, nos aportan vida plena, sin necesidad de lujos ni abalorios, una vida llena, digna, anticipo de la vida plena que recibiremos algún día.
Y no lo volverán a sepultar
Mis hermanas y hermanos. Cristo ha resucitado, la vida ha vencido, y no la volverán a sepultar. Así como Magdalena y las mujeres salieron corriendo de la tumba a anunciar que Él vive, también nosotros salgamos a vivenciar que creemos en el Dios de la vida, y llevemos vida donde vayamos. Lleva vida a tu casa, lleva vida a tu trabajo, lleva vida a tu barrio, porque ya hay muchos que llevan muerte, también incluso en dosis pequeñas, pero muerte al fin.
Llevemos, sobre todo, a aquellas personas que buscan un motivo de esperanza, la certeza de que a la verdadera vida jamás la podrán sepultar, esa es la Buena Noticia, la tumba está vacía y la vida se ha alzado y nadie ni nada, ningún poder de muerte, ningún poder de miedo, ningún poder de oscuridad la podrá sepultar, porque se ha levantado para levantarnos con ella por encima de todo mal. Cristo realmente vive y nosotros vivimos por él.
Me permito terminar ofrenciéndoles, queridas hermanas y hermanos, las siguientes líneas de Miguel Otero Silva en su última novela «La piedra que era Cristo»:
«… Ha resucitado para que así se cumplan las profecías de las Escrituras y adquiera validez su propio compromiso. Ha resucitado y ya nadie podrá volver a darle muerte.
Aunque nuevos saduceos intentarán convertir su evangelio, que es la espada de los pobres, en escudo amparador de los privilegios de los ricos, no lograrán matarlo. Aunque nuevos herodianos pretenderán valerse de su nombre para hacer más lacerante el yugo que doblega la nuca de los prisioneros, no lograrán matarlo.
Aunque nuevos fariseos se esforzarán en trocar sus enseñanzas en mordazas de fanatismo, y en acallar el pensamiento libre de los hombres, no podrán matarlo. Aunque izando su insignia como bandera se desatarán guerras inicuas, y se harán llamear hogueras de tortura, y se humillará a las mujeres, y se esclavizarán razas y naciones, no lograrán matarlo.
Él ha resucitado y vivirá por siempre en la música del agua, en los colores de las rosas, en la risa de los niños, en la savia profunda de la humanidad, en la paz de los pueblos, en la rebelión de los oprimidos, sí, en la rebelión de los oprimidos, y en el amor sin lágrimas.»
+ Rev. Gustavo Martínez S.