TESTIGOS DE LA LUZ
“Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.” – Juan 1, 6-7.
Juan el Bautista es un personaje importante en este tiempo de Adviento, él tenía la misión de preparar el camino de Cristo y ser testigo de la luz en el mundo.
El evangelio de Juan introduce la persona del Bautista diciendo de él: “Hubo un hombre”. No nos dice nada acerca de su nivel social, ni de sus orígenes, no nos narra nada sobre su familia, de hecho no explica de dónde venía ni cómo llegó a convertirse en profeta, solo dice “Hubo un hombre”. Juan, como nosotros, era solo un hombre, pero a diferencia de muchos otros hombres él era además un testigo de que la Luz estaba viniendo a la tierra.
Juan no era el principal personaje de la historia de la salvación, él mismo se entendía sencillamente como quien señalaba el camino. Él no aspiraba a ser Mesías ni líder sino que era consciente de que su misión era dar testimonio de Cristo. Incluso cuando le preguntaron (aduladoramente) si era el Mesías, rechazó la fácil tentación de autoproclamarse y aclaró que él era solo una voz en el desierto.
“Cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo […] Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Dijo: Yo soy la voz de uno que clama en el desierto…” – Juan 1,19-23.
Juan sabía que su ministerio era ser voz de anuncio y denuncia en medio del pueblo. Dios lo había enviado además para conducir a muchas personas a la luz de Cristo. Cabe preguntarnos entonces ¿En qué consiste ser testigos de la luz?
Todos nosotros estamos llamados ser testigos de la luz como Juan el Bautista, por eso somos invitados a ser “luz y sal de la tierra” (Mateo 5: 13-14), cuando nosotros como discípulos y discípulas de Jesús asumimos nuestra vocación de testigos de la luz de Cristo entonces:
Damos testimonio con nuestra vida. “Porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó; lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.” (1 Juan 1:2-3)
Vivimos en la luz. “Si decimos que tenemos comunión con Dios, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” (1 Juan 1:6-7)
Rechazamos las tinieblas. “La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.” (Romanos 13:12-14)
Mantenemos la esperanza aún en las dificultades. “Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro, aunque mi corazón desfallece dentro de mí.” (Job 19:25-27)
Somos entusiastas para atraer a otras personas a Cristo. “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.” (Mateo 28:19-20)
Ponemos nuestra fuerza en Cristo. “Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.” (2 Corintios 12:9)
Hacemos de Jesús el único protagonista. “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.” (Filipenses 3:7-9)
Clamamos porque Cristo venga. “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. […] El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.” (Apocalipsis 22:17.20)
Mientras esperamos su venida construimos el Reino. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33)
Y anunciamos la Buena Noticia. “¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae la Buena Noticia, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: Tu Dios reina!” (Isaías 52:7)
En este tiempo de Adviento Juan el Bautista nos enseña mucho sobre cómo ser testigos de la luz en el mundo. Como Juan, no es necesario hablar mucho sino ser voz viva en nuestra sociedad, en la familia y el trabajo. Con nuestra vida, nuestros gestos y actitudes comunicamos a otras personas la razón de nuestra esperanza. ¡Somos Evangelio vivo para quienes nos rodean!
“Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros.” (1 Pedro 3:15)
No se trata de hablar mucho de Dios sino de actuar como hijas e hijos de Dios. No es cuestión de doctrina sino de entusiasmo por el Evangelio. No hacemos proselitismo sobre la iglesia pero sí vivimos con alegría en comunidad de hermanas y hermanos alrededor de Jesús (Juan 13:34). No criticamos ni condenamos, sino que denunciamos y sacamos todo a la luz manifiestas (Juan 3:20); con nuestras pequeñas acciones abrimos camino para que otros se encuentren con Cristo (Hechos 18:26).
Precisamente porque el mundo a nuestro alrededor se transforma en un desierto es que son tan necesarios testigos de la Luz. Pequeños testigos en cada hogar, en cada barrio, que señalen a otras personas el camino a Cristo, y orienten a quienes están perdidos y buscan un motivo para confiar.
Tú estás llamado a ser testigo, a ser luz, a preparar el camino del Señor. En este tiempo de Adviento ¿Te animas a ser más?
+ Rev. Gustavo Martínez S.