Sermón del Domingo de Ramos

 

 

Hoy comenzamos la Semana Santa del año 2018.

Los que hemos vivido ya muchas semanas santas, algunos desde los años 30s, otros desde los 40s, otros desde los 50s, otros desde los 60s; notamos que a partir de los 60s, en el Perú, y toda América Latina se empezó a sentir que el cristianismo, por lo menos el religioso, iba perdiendo preponderancia en la sociedad.

          Recuerdo que hasta en los primeros años de los 60s, durante la Semana Santa las radioemisoras públicas no transmitían música secular bailable; algunas dejaban de transmitir, y otras ponían música clásica y religiosa todo el día jueves y viernes santo. Durante toda la Semana Santa se percibía un ambiente de recogimiento y culpa, muchos se vestían de negro. Las iglesias se llenaban de gente. A partir de entonces, poco a poco, la Semana Santa ha ido perdiendo protagonismo en el mundo cristiano.

          Este fenómeno de descristianización, se dejó sentir en Europa muchos años antes. En el mundo intelectual casi dos siglos antes.

Hoy en día los planes para Semana Santa son: ¿a dónde nos vamos este fin de semana largo? La publicidad sobre turismo ofrece de todo y a todo precio. Y una vez más, la comercialización desvirtúa el sentido original, y produce grandes ganancias a la industria del turismo.

No crean que esté molesto porque la gente viaja y no viene a la iglesia. Hay muchos que viajan, lo sé muy bien, por razones espirituales. Aprovechan este tiempo de feriados para salir a lugares de retiro. En todo caso, esto es de mucho más valor que simplemente quedarse en la ciudad para  cumplir con ritos religiosos.

El o la que tiene convicción de una auténtica cristianidad, tiene en el centro de su conciencia el sentido fundamental de esta semana, la más importante del calendario litúrgico, y la más importante de la historia de la humanidad, por lo menos de la así llamado mundo occidental y cristiano.   

Hago uso de la palabra cristianidad—que el diccionario de la lengua no la reconoce—porque la palabra cristianismo ha  devenido en un genérico de mala calidad, de doblez, de hipocresía, de desamor al prójimo, de amor a lo religioso, a lo ritual, por encima de servir a la necesidad del prójimo, de intolerancia, hasta de política retorcida.

El cristianismo, hoy reúne más de 2milmillones de personas en el mundo; muchas de las cuales son simplemente cristian@s nominales. Se consideran cristianos o católicos porque fueron bautizados de niñ@s, o crecieron en un hogar con inclinación cristiana, pero no guardan ninguna relación con el Cristo de los evangelios. Much@s otr@s han sufrido una decepción de su religión por un mal liderazgo, o por la doble moral de sus pastores y sacerdotes.

Sea como sea, cada vez hay menos cristian@s en el mundo. Para muchos esto les suena a cuento, porque en América Latina todavía hay millones de cristianos que llenan los templos. Cambian de denominación, pero dentro del espectro cristiano. Católicos se vuelven evangélicos, o mormones, o testigos de Jehová, o adventistas, pero siguen dentro del cristianismo. Pero aun así, el número de

cristian@s está disminuyendo rápidamente en el mundo; se están cerrando templos, seminarios, misiones.

El ateísmo está creciendo enormemente en el mundo, y aun en A.L. que es el último bastión del cristianismo. Chile y Uruguay son dos de los países más ateos en el mundo. Entre mis amigos y conocidos hay muchos que se definen como ateos. En Canadá, EEUU y Europa son millones.

No se trata tampoco de ir contra ell@s. Ese no es mi punto. Es que la diferencia entre lo que Cristo nos ha enseñado y nuestro diario vivir, ha causado una fractura enorme en el sentimiento humano hacia el cristianismo. Mahatma Gandi decía, “admiro a Cristo, pero no a los cristianos.” La estrecha lectura literal de la Biblia, el rechazo a la razón y la ciencia, y la intención de imponer formas reduccionistas de entender la fe, está produciendo una reacción negativa hacia la religión entre la gente pensante.

Todas las lecturas de hoy Domingo de Ramos, nos muestran a un Dios identificado con el ser humano. Un Dios que se acomide a servir a la humanidad. Isaías nos presenta con insistencia al Siervo sufriente y comprometido con su misión. Siervo que no retrocede ante sus detractores, sino que permanece firme en su propósito de luchar por el bien de la humanidad.

En el Salmo tenemos la promesa firme de la Divina providencia en quien podemos confiar, para cumplir con nuestra misión de salvar a la humanidad de su terquedad egoísta, desamorada, inmoral, y explotadora. Es tiempo de predicar el bien de Dios para la humanidad; y ese bien solo puede llegar a concretarse a través de la lucha contra el mal y la injusticia, con el mismo ejemplo de Cristo como nos lo narra la lectura de Filipenses.

 

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús: Él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomó la forma de siervo y se hizo semejante a los hombres. Más aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por eso Dios también lo exaltó sobre todas las cosas y le dio un nombre que es sobre todo nombre, 10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y debajo de la tierra; 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Filipenses 2:5-11)

 

          Muchos piensan y predican que para hacer que toda rodilla se doble ante Él, tienen que predicar la ira de Dios, el infierno, el purgatorio, y muchos otros mitos religiosos. De esta manera adorar a Dios ya no es un gesto voluntario que sale de la gratitud y del reconocimiento de su grandeza, sino del miedo.

           Dios no es megalómano que quiere ver a todos arrodillados ante Él, para sentirse egoístamente glorificado. Él quiere la grandeza y la dignidad del ser humano restaurado a la imagen y semejanza de Él, y eso no es otra cosa que ser un siervo humilde, tenaz y valiente contra el mal, la injusticia, la guerra, la explotación, la religión domesticadora.

          El equilibrio de la paz y la justicia de la humanidad dependen del servicio de todos a todos, de todas a todas.

                 Entonces podemos cantar “Hosanna, bendito el que viene en nombre de Dios”,  y nuestro ejemplo hará que la humanidad vuelva a reflejar la Gloria Dios, para que el ser humano vuelva a creer en Dios. Amén.

 

 

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