Sermón de Fiestas Patrias

 

 

SERMÓN PARA EL DÍA DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ. 

Basado en Juan 6: 1-21.

 

 

A propósito de nuestras Fiestas Patrias, quisiera llamar su atención a lo que las Sagradas Escrituras pueden significar para nuestro país. Esta semana, más precisamen-te ayer, 28 de julio, hemos cumplido 197 años de independencia de la dominación española. Estamos próximos a cumplir 200 años de ser una república, pero nuestro pobre Perú es un país con un retraso patológico en madurez y progreso; como lo escribió el Dr. Luis Alberto Sánchez en su libro, Perú, retrato de un país adolescente.

Es verdad que vivimos al son de la tecnología moderna en todos los campos del quehacer humano, y muy especialmente en el informático. Nuestros niños y niñas, no todos y no en todo el Perú, manejan computadoras, teléfonos celulares; usan las redes sociales, sospecho que más con interés lúdico y morboso, que de información educativa. Pero seguimos siendo un país muy desigual, muy pobre en un extremo que aglutina a la mayoría, y muy rico en el otro extremo que aglutina a una minoría. La pobreza está muy lejos de desaparecer. Seguimos dependiendo de las agencias financieras internacionales, seguimos regalando nuestras ingentes riquezas naturales. El dinero que se obtiene de todo ello es despilfarrado y robado por hombres y mujeres inescrupulosos enquistados en todos los poderes del estado.

Los españoles del siglo XVI salieron a conquistar nuevas tierras con el pretexto de evangelizar a civilizaciones desconocidas; pero vinieron con la cruz en una mano y la espada en la otra. La evangelización, que no es otra cosa que esparcir la buena noticia de la gracia de Dios en Jesucristo, se convirtió en un saqueo de riquezas, y en un genocidio despiadado. 400 años duró la domina-ción, durante los cuales la iglesia se impuso con el rigor de la Santa Inquisición, aliada al poder político que dominaba las colonias. El Dios que se acercó a la humanidad en Jesucristo fue presentado como un Dios que les obligaba a aceptar y creer lo que no entendían, y a sufrir en silencio dicha humillación. La Palabra de Dios, que siempre es libertad, amor y comprensión, fue opacada por ritos y tradiciones que no elevaban el espíritu humano, sino que lo esclavizaba aún más.  La religión esclavizante fue el arma que usaron no solo ellos, sino los que después, no queriendo pagar impuestos al rey de ultramar, decidieron independizarse para no seguir pagan más impuestos a la corona. Pero la esclavitud de africanos traídos contra su voluntad, y de los aborígenes de estas tierras siguió. Promovieron el racismo, el clasismo y la explotación a todo nivel. Desde la Independencia, son muy pocos los presidentes y líderes políticos que de veras y con desprendimiento sirvieron al Perú.

A mediados del siglo XIX empezaron a llegar misioneros protestantes. Algunos de ellos con mentes iluminadas e inspiradas en la libertad del ser humano y en la necesidad de educarlo para alcanzar el más alto nivel de sus capacidades. Pero otros, venidos especialmente de Norte América, llegaron a imponer de otra manera su religión que solo ofrecía la salvación del alma para ir al cielo y no al infierno; con una total indiferencia hacia la realidad de pobreza, exploración y miseria en que vivía la mayoría de esa gente. Estandarizaron el conformismo.
Como en un círculo vicioso hemos llegado al 2018, y nuestro país está viviendo una etapa muy deprimente y decepcionante en nuestra historia republicana. Muchos líderes religiosos, mediocres todos ellos, se han coludido con la corrupción. No hay voces proféticas que se levanten con claridad por la justicia. Esgrimen la Biblia como una herramienta de atraso, superstición y conformismo.

La Biblia, leída con inteligente responsabilidad y sensibilidad espiritual, es un libro que de tapa a tapa nos habla de un Dios creador y proveedor para todo el género humano. La Biblia leída contextualmente y ubicada en su correcta relación con la historia y con la realidad humana actual, contiene palabra de Dios que siempre tiene un mensaje oportuno para cada generación pasada, presente y futura. El Dios de la Biblia nos asombra con hechos portentosos no para convertirnos en creyentes milagreros, sino para demostrar que dentro de cada ser humano Él ha puesto un tremendo potencial para que pueda sobreponer- se a las más duras circunstancias que la vida nos pueda deparar.
La Biblia no fue escrita para que todo el que la leyera se convirtiera en rico, y anduviera por ahí presumiendo sus logros materiales, como si ese fuese el fin supremo de la vida. La Biblia tampoco promete una vida de cuento de hadas, sin dificultades y noches a veces de interminable oscuridad. La Biblia no fue escrita para citar sus versículos como mantras o fórmulas de buena suerte, disfrazadas de “promesas de Dios”, creando superstición y falsa esperanza en muchos y muchas.

La Biblia es un libro que fue escrito para la humani-dad pensante, coherente y responsable. Esto no es excluyente de ninguna manera. Estos atributos son y deben ser de cada habitante de este planeta en este siglo XXI con igualdad de derechos frente a la justicia, y sobre todo a la educación de la mejor calidad. La Biblia nos dice que cuando Dios puso al hombre y la mujer en este mundo, le dio facultades para administrar este planeta, es decir le dio inteligencia.

El evangelio de hoy nos habla de dos acciones sorprendentes, dos milagros que Jesús realiza: En el primero, Él da de comer a 5mil personas con solo cinco panes y dos peces; el segundo, él camina sobre el mar, sobre las aguas, desafiando la ley de la gravedad. Nadie jamás volverá a hacer este milagro de la misma manera literal en la que leemos el evangelio. Pero el mensaje es poderosísimo para nuestra generación. Para el escritor del este evangelio no es tan importante el milagro como la calidad del profeta, en este caso de Jesús de Nazaret y de su impacto en su generación y hasta el día de hoy. Ninguno de los apóstoles volvió a repetir el milagro, pero si esparcieron el mensaje transformador que revolucionó la historia de la humanidad.

Hay mucha pobreza en el Perú y esta no va a cambiar mientras estemos cómodamente instalados en el barco que nos está haciendo surcar por la vida. Necesitamos sobreponernos a cualquier obstáculo para cumplir con nuestro deber de dar de comer al hambriento, de dar de beber al sediento, de vestir al desnudo, de confortar a los enfermos y visitar a los presos. Ni siquiera el mar, ni la escases pueden ser un obstáculo para no cumplir con lo nuestro.
No debemos amilanarnos con lo poco que podemos tener en las manos. Es más, no debemos sub estimar a quienes pueden dar ese poco. Esa pequeña cantidad que Jesús usó para alimentar a 5mil lo traía un jovencito, que se desprendió de su lonchera para compartir con los demás.

Aquél día en el que Jesús hizo estos milagros la gente lo quiso proclamar rey. Jesús rechazó contundentemente este intento. Él no era ni milagrero ni caudillista. Él quería que la humanidad aprendiera cosas superiores a esas miopes aspiraciones de muchos.

Hermanos y hermanas hace mas de un siglo el sabio Von Humboldt nos dijo que el Perú es un mendigo sentado en un banco de oro. Hoy sabemos que ese banco de oro esta siendo saqueado por ladrones vestidos con presidentes de la república, congresistas, jueces, fiscales, alcaldes, gobernadores regionales, jefes de departamentos de los ministerios del gobierno. No todos, has muy pocas honrosas excepciones. Y como si esto fuera poco, hay líderes religiosos que toman el nombre de Cristo para saquear los bolcillos de la gente pobre. Como pretexto organizan grandes marchas para protestar por sin mayor trascendencia, pero con la Biblia en la mano, y con versículos mal entendidos, mal interpretados, y no contextualizados hacen creer a miles de gente pobre. Que es más importante luchar contra el aborto, la homosexualidad, y el divorcio, que dar de comer al hambriento, de beber al sediento.
El sentido del amor en el evangelio lo han convertido en armas de odio y distracción y perpetuación de la ignorancia y el atraso humano. El Perú necesita gente nueva que camine sobre el mar de la explotación, de la ignorancia, de la superstición religiosa, y conduzca al pueblo hacia espiritualidad que haga que cada peruano descubra su verdadero propósito en esta vida, el cual es vivir en justicia y en paz.

Dios nos conceda ese nuevo despertar a través de nuevos y nuevas líderes que amén la paz y la justicia. Amén.

 

– Rev. Pablo Espinoza

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.