CONSEJOS PARA LEER LA BIBLIA

 

Hemos iniciado un nuevo año y entre los propósitos de muchos cristianos y cristianas siempre está dedicar más tiempo a leer la Biblia durante el año nuevo, o leerla íntegramente en un año. Pero, honestamente, a veces con los propósitos de lectura bíblica pasa como con los propósitos de ir al gimnasio: funcionan bien unas cuantas semanas y luego los abandonamos.

La falta de tiempo, las ocupaciones cotidianas, los textos bíblicos inentendibles y el tedio acaban apartándonos de nuestro propósito original. Es por eso que queremos ofrecer unos breves consejos para la lectura bíblica que esperamos ayuden a quienes desean acercarse a la Palabra de Dios este año y sacar de ella todo provecho para sus vidas.

 

  1. Orar: La Biblia contiene la Palabra de Dios, hemos de acercarnos a ella en actitud orante sea que hacemos una lectura devocional o incluso un estudio bíblico. Dedica unos momentos a guardar silencio exterior e interior antes de leerla, si puedes apaga el celular y lo que te distraiga de la lectura, serénate, y ora al Espíritu Santo para que te dé luz durante la lectura. Orar es la mejor manera de empezar la lectura bíblica.
  2. Hábito de lectura: Es indispensable crear un hábito de lectura. Se dice que repetir una conducta durante un mes la convierte en un hábito. Procura tener una hora fija para la lectura y un lugar tranquilo. Intenta ser fiel a tu hábito y en poco tiempo se hará parte de tu vida cotidiana. Recuerda que el hábito de leer la Biblia no debe ser nunca una obligación pesada, sino un momento de Encuentro con Dios en su Palabra.
  3. Buen inicio: Hay personas que empiezan leyendo la Biblia desde el Génesis hasta Apocalipsis como si se tratara de una novela, pero luego se desaniman cuando encuentran largas genealogías y textos que no entienden… Lo mejor sería empezar por lo que es más familiar y menos complejo, así evitarás aburrirte tras los primeros capítulos. Hay que tener un buen inicio, comienza leyendo los evangelios; te propongo que inicies con Marcos, el primer evangelio en redactarse, y continúes luego leyendo Mateo y Lucas hasta llegar a Juan; en un segundo momento pasa a las cartas de Pablo empezando por Filemón (la más breve) y luego 1 Tesalonicenses, 1 Corintios… hasta concluir con Romanos (la más compleja) así te habituarás a su estilo progresivamente. En cuanto al Antiguo Testamento, podríamos dejar Génesis para otros planes de lectura posteriores (ver más abajo, n°9), así sería recomendable iniciar con libros que narren historia, como Josué o 2 Reyes e ir profundizando en el resto de manera progresiva. Para los profetas es bueno empezar con Jonás, Amós y Oseas. La idea es irse habituando al lenguaje, los géneros literarios y el mensaje desde textos conocidos para evitar caer en el tedio y abandonar pronto.
  4. Ir por unidades: Es importante leer por unidades breves. Un capítulo o una sección por día (a las unidades se les llama «perícopas»). Hoy día las Bíblias traen subtítulos que nos ayudan a ubicar esas unidades. Es recomendable leer una unidad y luego detenernos a reflexionar y orar al respecto. Evita saltar de capítulo en capítulo o de versículo en versículo picoteando lo que más te gusta, es un ejercicio algo infantil; lo mejor es leer de manera continua y estable pasando las unidades en orden.
  5. Dialoga con el texto: Es muy útil hacerle preguntas al texto, ¿Quién habla? ¿Qué quiere decir? ¿En qué contexto se dice tal cosa u ocurre algo?… ¿Qué me dice a mí el texto? ¿Qué le dice a mi vida? Es muy recomendable llevar una libreta de notas para apuntar las preguntas y reflexiones que surgen durante la lectura; si haces un estudio bíblico también te ayudará a apuntar tus progresos y los datos interesantes. Nota: es muy práctico tomar notas sobre el texto mismo, subrayar o resaltar los versículos o frases que te toquen fibras, o marcar ciertas páginas. La Biblia con tus notas personales de oración y estudio son un tesoro privado.
  6. Entiende el contexto: La Biblia no fue redactada pensando en nosotros, ni siquiera fue redactada para nosotros sino para otras personas de otra época, otra cultura, y otra forma de entender la religión. Es importante que comprendas el contexto en el que nacieron muchos libros de la Biblia o en el que se redactaron sus párrafos. Pretender que fue escrita para nosotros hoy puede llevarnos a mal interpretar el texto… ¡Cada texto en su contexto!
  7. Usa los comentarios: Aunque en ciertos sectores cristianos se rechazan, es útil y necesario que te proveas de buenos comentarios. Hay Biblias que incluyen comentarios a pie de página y notas de estudio, en internet hay muchos comentarios gratuitos, y en las librerías encontrarás comentarios interesantes. Los comentarios son guías para saber qué quiso decir el autor de un texto y cuál es su contexto. Los comentarios no te dirán qué pensar ni te quitarán tu «libre interpretación» sino que te darán herramientas eficaces para que tu interpretación esté mejor fundamentada. No olvides que el Espíritu Santo nos asiste en la lectura, pero Dios también nos dio el uso de razón y muchas herramientas de estudio.
  8. Escoge una versión: Muchas personas se enredan con los debates sobre las versiones bíblicas, y muchos cristianos defienden una u otra versión como si contuvieran la palabra exacta y única de Dios… La verdad es que debes saber que las versiones suelen ser traducciones del texto o revisiones de versiones más antiguas (¡la mayoría lo son!). Las traducciones siempre son de dos tipos: Equivalencia Dinámica: Buscan transmitir el sentido del mensaje aún prescindiendo de las palabras que hoy no tienen el mismo significado y pueden desvirtuar el sentido mismo; Equivalencia Formal: Buscan transmitir las palabras exactas del texto original en la medida en que pueden ser traducidas al castellano. Ambas técnicas son útiles según lo que pretendas: Una lectura devocional o pastoral requerirá la equivalencia dinámica para asimilar el mensaje, pero una lectura de estudio o crítica del texto requerirá una equivalencia formal para encontrar nexos entre las palabras originales y la traducción. Siempre hay términos medios. Lo mejor es que inicies la lectura con la Biblia con que te sientas más cómodo o cómoda, quizá con la versión con la que creciste o la que has escuchado siempre en la iglesia y te es familiar. No descartes intentar comparar otras versiones, hacerlo puede abrirte muchas riquezas sobre cómo el mensaje puede presentarse en otras formas más entendibles. Sobre todo no te encapsules en una única y monolítica versión bíblica, esto te restaría mucho de la riqueza de otras versiones y trabajos de traducción e investigación.
  9. Toma un plan de lectura: Hay diversas páginas web o aplicaciones móviles que te permiten seguir un plan diario, hay planes que duran desde algunos días o meses, hasta planes de un año. Lo bueno es que te acompañan, tienen servicios de alarma para que sepas que es tu hora de leer, y proporcionan comentarios devocionales o de estudio muy interesantes. También hay biblias que incluyen un plan anual en un apéndice al final del libro. Puedes escoger el que mejor se adapte a tu tiempo y circunstancias.
  10. ¡Comparte y practica lo que lees! Cuando leemos un libro o una novela que nos apasiona solemos compartir la lectura inmediatamente. Anímate a hacer lo mismo con la Palabra de Dios. Quizá lo mejor es buscar un círculo de amigos con quiénes compartir lecturas en común. También debes compartir con tu familia: dedica tiempo a orar y hablar de la Palabra a tus hijos, practiquen algún devocional familiar juntos. Sobre todo pon en práctica lo que aprendes, la Palabra de Dios no está para ser guardad en la estantería de un librero sino para llevarla a la calle, al trabajo y al hogar. Recuerda lo que dice Santiago 1:23 «No se contenten con oír la Palabra sin ponerla por obra…«

 

Esperamos que estos consejos te sean útiles este año. Atrévete a sumergirte en la Palabra y rodéate de personas entusiastas que compartan esta pasión. ¡Dios te bendiga!

 

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