11° Domingo después de Pentecostés
Jesús el Pan de Vida
Oración del día: Padre lleno de gracia, tu bendito Hijo descendió del cielo para ser el pan verdadero que da vida al mundo. Danos de este pan a fin de que él viva en nosotros y nosotros en él, Jesucristo nuestro Señor.
+ Lecturas del culto: (año B) Éxodo 16: 2-4, 9-15. Salmo 78: 23-29. Efesios 4: 1-16
+ Evangelio de Juan, 6: 24-35
Cuando la multitud vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, subieron a las barcas y cruzaron el lago hasta Capernaúm para ir en busca de Jesús. Lo encontraron al otro lado del lago y le preguntaron:
—Rabí, ¿cuándo llegaste acá?
Jesús les contestó:
—Les digo la verdad, ustedes quieren estar conmigo porque les di de comer, no porque hayan entendido las señales milagrosas. No se preocupen tanto por las cosas que se echan a perder, tal como la comida. Pongan su energía en buscar la vida eterna que puede darles el Hijo del Hombre. Pues Dios Padre me ha dado su sello de aprobación.
—Nosotros también queremos realizar las obras de Dios —contestaron ellos—. ¿Qué debemos hacer?
Jesús les dijo:
—La única obra que Dios quiere que hagan es que crean en quien él ha enviad
—Si quieres que creamos en ti —le respondieron—, muéstranos una señal milagrosa. ¿Qué puedes hacer? Después de todo, ¡nuestros antepasados comieron maná mientras andaban por el desierto! Las Escrituras dicen: “Moisés les dio de comer pan del cielo”.
Jesús les respondió:
—Les digo la verdad, no fue Moisés quien les dio el pan del cielo, fue mi Padre. Y ahora él les ofrece el verdadero pan del cielo, pues el verdadero pan de Dios es el que desciende del cielo y da vida al mundo.
—Señor —le dijeron—, danos ese pan todos los días.
Jesús les respondió:
—Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca volverá a tener hambre; el que cree en mí no tendrá sed jamás.
+ Reflexión:
Hemos entrado hoy en la llamada «sección del pan» del evangelio de Juan, donde Jesús despliega una serie de discursos en torno al pan de su palabra. El mensaje de Jesús no solo es incomprensible, también es duro. Luego de multiplicar los panes la multitud persigue, casi acosa, a Jesús no porque hayan entendido los signos que realiza sino porque quieren volver a comer hasta saciarse. Jesús en cambio pide que trabajemos no solo por el pan material de cada día sino por el pan espiritual que Él ofrece: la Buena Noticia.
Buscar al Señor solo por sus milagros y manifestaciones extraordinarias (hablar en lenguas, sanar enfermos, profecías…) o solo por interés material (para pedirle cosas) no es el camino para llegar a Él, este es el pan del que queremos saciarnos pero que no sacia. El mensaje de Jesús, la Buena Noticia, tendría que ser nuestro pan cotidiano, ese pan que comemos al hacer nuestra la opción por los más pobres y excluidos, por una vida que reconcilie en vez de una vida que genere divisiones, una vida y una iglesia inclusivas y exclusivistas.
Comer el pan que nos da Jesús no solo es comulgar el domingo el sacramento. Es «comerme» la Buena Noticia de Jesús y hacer carne de nuestra carne y sangre de nuestra sangre su evangelio. Mientras no nos comamos a Jesús no tendremos vida.
Comemos el pan (físico y espiritual) en la comunidad de creyentes cada domingo para mostrar que estamos en «Común-Unión» con los demás. Partimos y repartimos el pan para que durante la semana nuestra vida se parta y se reparta por los demás, especialmente los más destrozados de la sociedad humana.
Solo haciendo que la Palabra germine en nuestros corazones, solo alimentándonos de la Buena Noticia, los cristianos y cristianas tendremos la fuerza de cambiar la sociedad en que vivimos.
+ Para pensar durante la semana:
- ¿Qué pan estamos comiendo? ¿Comemos malas noticias y Buena Nueva?
- ¿Dedicamos tiempo semanal o diario para leer los evangelios y nutrirnos de ese pan?
- » No solo de pan vive el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4:4; Deut 8:3)
- ¿Mi vida se parte para los demás o soy yo quien destroza a los demás?
- La iglesia como Casa del Pan ¿Lo hemos pensado?
- Comulgar en el culto… ¡y en la calle! Entrar en común-unión con los que sufren, solidarizarnos con los migrantes, dar la mano al necesitado.